Dámaso I (Egitania (actual Portugal), 304 - +Roma, 11 de diciembre de 384) fue el 37º pontífice de la Iglesia católica romana, desde el año 366 hasta su muerte, en el año 384.

Creció en Roma, y tras haber enviudado su padre, se hizo clérigo, se ordenó como lector, fue hecho diácono y, finalmente, presbítero en la Iglesia de San Lorenzo.
Antonio, su padre, era sacerdote. El nombre de su madre, Laurencia, fue descubierto a finales del siglo XIX.1​ Tuvo una hermana pequeña llamada Irene.

En el 354, Dámaso era ya archidiácono de la iglesia romana y siguió a Liberio en el exilio decretado por el emperador Constancio II. Sin embargo, pronto regresó a Roma, y fue nombrado su secretario​ formando parte así del gobierno de la Iglesia.​
Tras la muerte de Liberio el 24 de septiembre de 366, fue elegido su sucesor el 1 de octubre del 366, a los 62 años de edad.

Desde los inicios de su pontificado, Dámaso optó por no ceder ante otras doctrinas cristianas, y se enfocó en lograr la unidad en la iglesia tras la fractura del Imperio romano en dos: uno en occidente y otro en oriente.
Por otro lado, la Iglesia comenzó a adquirir el papel de director político, y vehículo y creador del saber de la época, tratando de unificar las ciencias y centralizando el poder, rechazando como herejía todo aquello mágico, irracional o contrario a la autoridad cristiana. Este objetivo se busca mediante el desarrollo de una estrategia de cinco brazos:
1. Unificar los sagrados.
2. Perseguir y condenar otras interpretaciones doctrinales.
3. Lograr el apoyo del Imperio.
4. Excomulgar los sectores contrapuestos.
5. Centralizar el poder en la figura del pontífice.

Mediante dos concilios romanos, en los años 368 y 369 respectivamente, Dámaso condenó el apolinarismo y el macedonianismo.
Del mismo modo, en el año 370 formó en Roma otro concilio para determinar las medidas contra el arrianismo.
En el año 373 se confirmaron las confesiones de Nicea, y todo lo que se había hecho en perjuicio de ella en la Asamblea de Rimini se declaró nulo.
En el sínodo romano del año 374, San Dámaso I promulgó el Canon de Escritura Sagrada.
La primacía de la Santa Sede fue defendida mediante actas y decretos imperiales, donde basa la supremacía eclesiástica de la Iglesia Romana en las propias palabras de Jesucristo y no en decretos conciliares.
Las reformas impulsadas en este periodo tenían por objeto unificar el culto, y dieron origen a algunas de las tradiciones más antiguas del catolicismo, como la introducción de la voz hebrea "aleluya"​ para referirse a la resurrección de Jesús, y el reconocimiento del obispo de Roma como el predominante entre todos los demás obispos.

La construcción más destacable de Dámaso fue el acondicionamiento del oratorio construido por Constantino I sobre la tumba de San Lorenzo, convirtiéndola en su propia casa en el año 380; ​ por lo que conserva el nombre de «Casa de Dámaso».
En el año 258 pavimentó con mármol la parte de la Vía Apia llamada La Platonia, y que conducía a lo que en el siglo IX sería consagrada como la basílica de San Sebastián, en honor al supuesto traslado temporal a ese lugar de los cuerpos de los apóstoles San Pedro y San Pablo.
También construyó un baptisterio en honor a san Pedro, que todavía se conserva en las criptas vaticanas. También secó esta zona subterránea para que los cuerpos que se enterraran allí no pudieran ser afectados por agua estancada o por inundaciones.

Dámaso fallece el 11 de diciembre del año 384, a los 80 años, tras un pontificado de 18, uno de los más largos de la historia de la Iglesia. Según el Liber Pontificalis fue enterrado junto con su madre y su hermana en una de las catacumbas de las iglesias que había hecho edificar, entre los cementerios de Calixto y Domitilla en el camino de Ardea, hoy conocida como Vía Ardeatina o Vía Argentina, en la tumba que él mismo se había preparado alejada de las cenizas de los mártires, donde después se construyó, sobre su sepulcro, la Basílica de San Dámaso.
Sin embargo, sus restos fueron trasladados a la Iglesia de San Lorenzo​ antes de que fuera destruida.

 


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