CAPÍTULO I. EL PADRE DE LOS CARTUJOS
En la ciudad de Colonia nace en 1035 el Fundador de los Cartujos, Bruno de Hartenfaust, perteneciente a una de las familias más nobles.
En la ciudad de Colonia nace en 1035 el Fundador de los Cartujos, Bruno de Hartenfaust, perteneciente a una de las familias más nobles.
Forman el Capítulo General el Prior de la Gran Cartuja, los Priores o Rectores de las demás casas, los Vicarios de los monasterios de monjas y, por especial privilegio, los religiosos profesos de la Gran Cartuja. Reunido el Capítulo se eligen ocho "Definidores", quienes, bajo la presidencia del "Reverendo Padre" (título que distingue al Prior de la Gran Cartuja de los demás Priores, a los que se da el tratamiento de "Venerables"), constituyen el "Definitorio", el cual tiene por autoridad apostólica y del mismo Capítulo General plenos poderes para “ordenar, establecer y definir cuanto juzgue más conveniente para el servicio de Dios, mejor gobierno de la Orden y más perfecta observancia de la Regla”. Los "Definidores" de un Capítulo no lo pueden ser en el siguiente; y lo determinado por un "Definitorio" no tiene fuerza de ley hasta que el próximo Definitorio lo apruebe. Si no lo aprueba, por el mismo hecho, queda anulado. Disuelto el Capítulo, al "Reverendo Padre" es a quien corresponde ejercer en su nombre la autoridad hasta el Capítulo siguiente.
El mínimo de edad que se requiere para ingresar en la Orden y empezar el noviciado es de dieciocho años.
La vida de los cartujos es una vida de recogimiento y de oración.
Conocido es el axioma: "La Cartuja nunca ha sido reformada, porque nunca ha sido deformada". Lo de no haber sido nunca reformada es un hecho indiscutible, como se reconoce en la citada Bula Umbratilem, lo cual no deja de ser un hecho extraordinario, único en la historia de las Ordenes antiguas.
De lo íntimo y secreto de esta vida basta con lo apuntado. De las prácticas externas de la misma dará una idea el horario, donde puede verse cómo el cartujo pasa el día en su celda.
A la Santísima virgen, Madre de los cartujos y Patrona de nuestros desiertos, está unida la Orden cartujana.
La vida cartujana viene a ser una preparación a la muerte. Nada tiene de extraño que el cartujo la acepte y reciba cuando llega sin que apenas le sorprenda o intimide. Lo que no quita que sienta hacia ella la natural repugnancia y el instintivo horror que inspira.
“El cual nació el 14 de mayo de 1878. Hijo de una familia distinguida y profundamente piadosa, llegado a la adolescencia sintió decidida vocación a nuestra Orden, la que no pudo realizar a causa de una enfermedad declarada incurable por los médicos que le asistían. En vista de esa imposibilidad, fue a Lourdes acompañado de una hermana suya, a pedir a la Santísima Virgen el milagro de su curación para ser admitido en la Cartuja, y la salud necesaria para perseverar en ella hasta la Profesión. Ambas cosas le fueron concedidas; el milagro de la curación consta como tal en uno de los Boletines de la Gruta correspondientes al año de 1898 o 1899.
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