LA CARTUJA, SAN BRUNO, Y SUS HIJOS

CAPÍTULO 2. INSTITUCIÓN DEL CAPÍTULO GENERAL. COMUNIDAD CARTUJANA.

Forman el Capítulo General el Prior de la Gran Cartuja, los Priores o Rectores de las demás casas, los Vicarios de los monasterios de monjas y, por especial privilegio, los religiosos profesos de la Gran Cartuja. Reunido el Capítulo se eligen ocho "Definidores", quienes, bajo la presidencia del "Reverendo Padre" (título que distingue al Prior de la Gran Cartuja de los demás Priores, a los que se da el tratamiento de "Venerables"), constituyen el "Definitorio", el cual tiene por autoridad apostólica y del mismo Capítulo General plenos poderes para “ordenar, establecer y definir cuanto juzgue más conveniente para el servicio de Dios, mejor gobierno de la Orden y más perfecta observancia de la Regla”. Los "Definidores" de un Capítulo no lo pueden ser en el siguiente; y lo determinado por un "Definitorio" no tiene fuerza de ley hasta que el próximo Definitorio lo apruebe. Si no lo aprueba, por el mismo hecho, queda anulado. Disuelto el Capítulo, al "Reverendo Padre" es a quien corresponde ejercer en su nombre la autoridad hasta el Capítulo siguiente.

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CAPÍTULO 5. “CARTUSIA NUNQUAM REFORMATA...”

Conocido es el axioma: "La Cartuja nunca ha sido reformada, porque nunca ha sido deformada". Lo de no haber sido nunca reformada es un hecho indiscutible, como se reconoce en la citada Bula Umbratilem, lo cual no deja de ser un  hecho extraordinario, único en la historia de las Ordenes antiguas.

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CAPÍTULO 9. LA MUERTE DEL CARTUJO

La vida cartujana viene a ser una preparación a la muerte. Nada tiene de extraño que el cartujo la acepte y reciba cuando llega sin que apenas le sorprenda o intimide. Lo que no quita que sienta hacia ella la natural repugnancia y el instintivo horror que inspira.

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CAPÍTULO 10. RELATO CONMOVEDOR DE UNA SANTA MUERTE

“El cual nació el 14 de mayo de 1878. Hijo de una familia distinguida y profundamente piadosa, llegado a la adolescencia sintió decidida vocación a nuestra Orden, la que no pudo realizar a causa de una enfermedad declarada incurable por los médicos que le asistían. En vista de esa imposibilidad, fue a Lourdes acompañado de una hermana suya, a pedir a la Santísima Virgen el milagro de su curación para ser admitido en la Cartuja, y la salud necesaria para perseverar en ella hasta la Profesión. Ambas cosas le fueron concedidas; el milagro de la curación consta como tal en uno de los Boletines de la Gruta correspondientes al año de 1898 o 1899.

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