San Apolinar (Antioquía, siglo I - +Rávena, 23 de julio del 75 o 79) fue el primer obispo y mártir de la ciudad italiana de Rávena, de donde es su santo patrón.

Según la tradición, San Apolinar fue uno de los principales discípulos del Apóstol San Pedro. Cuando San Pedro se trasladó a Roma para fundar ahí la Iglesia, San Apolinar lo habría acompañado hasta la capital del Imperio. 

Según el Martirologio Romano, fue ordenado obispo por San Pedro y enviado a Rávena, en donde padeció el martirio bajo el emperador romano Tito Flavio Vespasiano el 23 de julio, aunque el calendario lo celebre el 20.

Durante el reinado del emperador Claudio, San Apolinar recibió la misión de viajar al norte de Italia como embajador de la fe para empezar a evangelizar y a ganar fieles para el cristianismo.
Se convirtió así en el primer obispo de Rávena, cargo que ejerció durante veinte años.
Se le ha atribuido el poder de curar a los enfermos en el nombre de Cristo, y de haber realizado otros milagros.
La relativa tranquilidad de su labor apostólica cambió con el ascenso al trono imperial de Vespasiano, en el 69, quien el precursor de las primeras persecuciones contra los cristianos.
Por su cargo y sus actividades en Rávena, San Apolinar fue perseguido inmediatamente, siendo apresado, torturado y martirizado.

En el lugar del martirio, en el puerto de Rávena, se levantó en el siglo VI la iglesia de San Apolinar in Classe. Las reliquias del santo se llevaron en el siglo IX a otra iglesia, en la ciudad que, en aquel momento, adoptó el nombre de San Apolinar Nuovo. Solo regresaron a la antigua basílica en el momento de su reconsagración, en el año de 1748.


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