Ireneo de Lyon, conocido como san Ireneo (Esmirna, Asia Menor, 140 - +Lyon, 202) fue obispo de la ciudad de Lyon desde 189 hasta su muerte.

Entre sus recuerdos de juventud se encuentra el contacto con Policarpo de Esmirna, el santo obispo “que fue instruido por los testigos oculares de la vida del Verbo”, sobre todo por el apóstol Juan, que había fijado su sede en Esmirna. 
Ireneo, por medio de Policarpo, se unió a los Apóstoles. Desde entonces, custodió con fidelidad la memoria de los tiempos apostólicos. 

Después de dejar Asia Menor, viajó a Roma y después a Lyon (Francia), donde fue ordenado presbítero.
No perteneció a la lista de los mártires de Lyon, víctimas de la persecución de 177, porque precisamente en ese tiempo había sido enviado a Roma para presentar a pontífice Eleuterio algunos asuntos de orden doctrinal.
De regreso a Lyon, Ireneo sucedió en 178 al obispo mártir san Fotino, gobernando la Iglesia de esta ciudad hasta su muerte, hacia el año 200.

Como pastor, se distinguió por la riqueza de la doctrina y el ardor misionero.

Para evangelizar a celtas y germanos, aprendió las lenguas de aquellos pueblos conocidos como "los bárbaros".  

Una de las herejías a las que se enfrentó fue el "gnosticismo", un movimiento filosófico-religioso según el cual la fe enseñada en la Iglesia sería solo un simbolismo.

De sus escritos, quedan tan sólo dos obras: su principal obra reunida en cinco libros titulada "Contra las herejías", y “La exposición de la Predicación Apostólica".

Declarado Doctor de la Iglesia, con el título de Doctor unitatis (Doctor de la unidad).​


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