La fiesta de San Pedro y San Pablo, cuyo nombre oficial es Solemnidad conjunta de San Pedro y San Pablo, es la conmemoración del martirio en Roma de los apóstoles Simón Pedro y Pablo de Tarso.

San Pedro y San Pablo fueron apóstoles y testigos de Jesús, y que dieron un gran testimonio de éste. Se dice que son las dos columnas del edificio de la fe cristiana. Dieron su vida por Jesús, y gracias a ellos el cristianismo se extendió por todo el mundo.

Simón, hijo de Jonás y hermano de Andrés, fue el primero entre los discípulos que confesó a Cristo como Hijo de Dios vivo, y por ello fue llamado Pedro.

Pablo, apóstol de los gentiles, predicó a Cristo crucificado a judíos y griegos.

Los dos, con la fuerza de la fe y el amor a Jesucristo, anunciaron el Evangelio en la ciudad de Roma, donde, en tiempo del emperador Nerón, ambos sufrieron el martirio: Pedro, como narra la tradición, crucificado cabeza abajo y sepultado en el Vaticano, cerca de la vía Triunfal, y Pablo, degollado y enterrado en la vía Ostiense.

Los cadáveres de San Pedro y San Pablo estuvieron sepultados juntos por unas décadas, después se les devolvieron a sus sepulturas originales. En 1915 se encontraron las tumbas y, pintadas en los muros de los sepulcros, había expresiones piadosas que ponían de manifiesto la devoción por San Pedro y San Pablo desde los inicios de la vida cristiana. Se cree que en ese lugar se llevaban a cabo las reuniones de los cristianos de la iglesia primitiva. 

En este día, su triunfo es celebrado por todo el mundo con honor y veneración.

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SAN PEDRO

Fue uno de los doce apóstoles de Jesús. Su nombre era Simón, pero Jesús lo llamó Cefas que significa “piedra” y le dijo que sería la piedra sobre la que edificaría Su Iglesia. Por esta razón, le conocemos como Pedro. Era pescador de oficio y Jesús lo llamó a ser pescador de hombres, para darles a conocer el amor de Dios y el mensaje de salvación. Él aceptó y dejó su barca, sus redes y su casa para seguir a Jesús.

Pedro, de carácter fuerte e impulsivo, tuvo que luchar contra la comodidad. No comprendió a Cristo cuando hablaba acerca de sacrificio, cruz y muerte, y hasta le llegó a proponer a Jesús un camino más fácil. Se sentía muy seguro de sí mismo y le prometió a Cristo que nunca lo negaría, tan sólo unas horas antes de negarlo hasta en tres ocasiones.

Vivió momentos muy importantes junto a Jesús:

  • Vio a Jesús cuando caminó sobre las aguas. Él mismo lo intentó, pero por desconfiar estuvo a punto de ahogarse.
  • Presenció la Transfiguración del Señor.
  • Estuvo presente cuando aprehendieron a Jesús y le cortó la oreja a uno de los soldados atacantes.
  • Negó a Jesús tres veces, por miedo a los judíos y después se arrepintió de hacerlo.
  • Fue testigo de la Resurrección de Jesús.
  • Jesús, después de resucitar, le preguntó tres veces si lo amaba y las tres veces respondió que sí. Entonces, Jesús le confirmó su misión como jefe Supremo de la Iglesia.
  • Estuvo presente cuando Jesús subió al cielo en la Ascensión y permaneció fiel en la oración esperando al Espíritu Santo.
  • Recibió al Espíritu Santo el día de Pentecostés y con la fuerza y el valor que le entregó, comenzó su predicación del mensaje de Jesús. Dejó atrás las dudas, la cobardía y los miedos y tomó el mando de la Iglesia, bautizando ese día a varios miles de personas.
  • Realizó muchos milagros en nombre de Jesús.
  • En los Hechos de los Apóstoles, se narran varias hazañas y aventuras de Pedro como primer jefe de la Iglesia. Nos narran que fue hecho prisionero con Juan, que defendió a Cristo ante los tribunales judíos, que fue encarcelado por orden del Sanedrín y librado milagrosamente de sus cadenas para volver a predicar en el templo; que lo detuvieron por segunda vez y aún así, se negó a dejar de predicar y fue mandado a azotar.

    Pedro convirtió a muchos judíos y pensó que ya había cumplido con su misión, pero Jesús se le apareció y le pidió que llevara esta conversión a los gentiles, a los no judíos. En esa época, Roma era la ciudad más importante del mundo, por lo que Pedro decidió ir allá a predicar.  Él comenzó con su predicación y ahí surgieron las primeras comunidades cristianas. Estas comunidades daban un gran ejemplo de amor, alegría y de honestidad, en una sociedad violenta y egoísta como lo era la de la antigua Roma. En menos de trescientos años, la mayoría de los corazones del imperio romano quedaron conquistados para Jesús. Desde entonces, Roma se constituyó como el centro del cristianismo.

    En el año 64, hubo un incendio muy grande en Roma que no fue posible sofocar. Se corría el rumor de que había sido el emperador Nerón el que lo había provocado. Nerón se dio cuenta que peligraba su trono y alguien le sugirió que acusara a los cristianos de haber provocado el incendio. Fue así como se inició una verdadera “cacería” de los cristianos: los arrojaban al circo romano para ser devorados por los leones, eran quemados en los jardines, asesinados en plena calle o torturados cruelmente. Durante esta persecución, que duró unos tres años, murió crucificado Pedro por mandato del emperador Nerón.

    Pidió ser crucificado de cabeza, porque no se sentía digno de morir como su Maestro. Treinta y siete años duró su seguimiento fiel a Jesús. Fue sepultado en la Colina Vaticana, cerca del lugar de su martirio. Ahí se construyó la Basílica de San Pedro, centro de la cristiandad.

    San Pedro escribió dos cartas o epístolas que forman parte de la Sagrada Escritura.

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SAN PABLO

Su nombre hebreo era Saulo. Era judío de raza, griego de educación y ciudadano romano. Nació en la provincia romana de Cilicia, en la ciudad de Tarso. Inteligente y bien preparado, había estudiado en las mejores escuelas de Jerusalén.


Enemigo de la nueva religión cristiana dado que era un fariseo muy estricto, estaba convencido y comprometido con su fe judía; quería dar testimonio de ésta y defenderla a toda costa. Por ello, consideraba a los cristianos como una amenaza para su religión y creía que debía acabarse con ellos a cualquier precio, dedicándose desde entonces a combatir a los cristianos., con el encargo de los jefes del Sanedrín de Jerusalén de que apresara a los cristianos de la ciudad de Damasco.
En el camino se le apareció Jesús en medio de un gran resplandor, cayó en tierra y oyó una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” ( Hechos de los Apóstoles 9, 1-9.20-22.).
Con esta frase, Pablo comprendió que Jesús era verdaderamente Hijo de Dios y que al perseguir a los cristianos perseguía al mismo Cristo que vivía en cada cristiano.

Después de este acontecimiento, Saulo se levantó del suelo, y aunque tenía los ojos abiertos no veía nada. Lo llevaron a Damasco y pasó tres días sin comer ni beber. Ahí, Ananías, obedeciendo a Jesús, hizo que Saulo recobrara la vista, se levantara y fuera bautizado. 
Tras pasar algunos días con los discípulos de Damasco, empezó a predicar a favor de Jesús, diciendo que era el Hijo de Dios. Saulo se cambió el nombre por Pablo, y se fue a Jerusalén para ponerse a la orden de San Pedro.

La conversión de Pablo fue total; gracias a eso, ha sido el más grande apóstol que la Iglesia ha tenido en toda su historia. Fue el “apóstol de los gentiles” ya que llevó el Evangelio a todos los hombres, no sólo al pueblo judío. Comprendió muy bien el significado de ser apóstol, y de hacer apostolado a favor del mensaje de Jesús. Fue fiel a la llamada que Jesús le hizo en al camino a Damasco.

Llevó el Evangelio por todo el mundo mediterráneo. Su labor no fue fácil, ya que por un lado los cristianos desconfiaban de él por su fama de gran perseguidor de las comunidades cristianas; y por otro, los judíos, que le tenían coraje por "cambiarse de bando". 

Realizó cuatro grandes viajes apostólicos para llevar a todas las personas el mensaje de salvación, creando nuevas comunidades cristianas en los lugares por los que pasaba, y enseñando y apoyando las comunidades ya existentes.

Escribió catorce cartas o epístolas que forman parte de las Sagradas Escrituras.

Al igual que Pedro, fue martirizado en Roma. Le cortaron la cabeza con una espada ya que, como era ciudadano romano, no podían condenarlo a morir en una cruz, ya que dicha muerte estaba reservada para los esclavos.

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