NEREO Y AQUILEO

Nereo y Aquileo eran dos soldados romanos que se convirtieron al cristianismo y fueron martirizados en la ciudad de Roma, probablemente durante la persecución de Diocleciano, convirtiéndose así en mártires.
Según refiere San Dámaso, "se habían enrolado como soldados y cumplían su deber cruel al observar cada uno de los dos las órdenes de un tirano, por miedo dispuestos para servir a sus indicaciones. Hecho maravilloso mas seguro: de repente dejan su furor, convertidos huyen, abandonan el impío cuartel del comandante, tiran sus escudos, medallones, armas sangrientas, y al confesar a Cristo se alegran llevar sus triunfos. Creed, por el testimonio de Dámaso, lo que puede la gloria de Cristo".
El pontífice escribió la siguiente inscripción en la tumba de estos dos mártires:
"Nereo y Aquileo pertenecían al ejército del emperador. Pero se negaron a cumplir ciertas órdenes que a ellos les parecían crueles".
Estaban al servicio de Flavia Domitila, una de las primeras damas de la nobleza romana.
El historiador Eusebio dice que era sobrina del Emperador Domiciano, y que éste la envió al destierro porque ella se había declarado seguidora de Jesucristo.
Con Domitila fueron enviados también al destierro Nereo y Aquileo, porque también proclamaron su fe en el Jesucristo.
Afirma también San Jerónimo que el destierro fue tan cruel y tan largo que les sirvió de martirio.
Después, otro emperador mandaría que les cortasen la cabeza; siendo, ahora sí, mártires de la Iglesia al derramar su sangre por proclamar su fe.
En 1215, fueron depositadas en la Iglesia de San Adrián, en el Foro Romano, unas reliquias de origen ahora desconocido que serían las de Nereo y Aquileo.
En 1597, estas reliquias, además de las que serían las reliquias de Flavia Domitila, fueron transportadas con la máxima solemnidad desde esta iglesia a la Iglesia de los Santos Nereo y Aquileo, entonces Iglesia Titular Cardenalicia de César Baronio, cardenal de los dos santos.
PANCRACIO DE ROMA

Pancracio (289, Frigia, Asia Menor - +12 de mayo de 304, Vía Aurelia, Roma )fue un ciudadano romano que se convirtió al cristianismo, y que fue decapitado con 14 años de edad.
Su padre era un noble pagano que falleció cuando él tenía siete años. Pancracio fue a vivir con su tío paterno, con el que se trasladó a Roma cuando el niño tenía diez años.
Allí tienen un criado cristiano que los evangeliza y los pone en contacto con el Pontífice romano.
Finalmente se convierten, fueron bautizados y recibieron la comunión.
Enseguida se despojaron de muchas posesiones en favor de los pobres.
El emperador Diocleciano había decretado una persecución (la última del imperio romano) contra el Cristianismo.
Al poco tiempo, Pancracio fue denunciado al emperador, que conocía a su difunto padre. Le dijeron:
"El hijo de Cleonio de Frigia se ha hecho cristiano y está distribuyendo sus haciendas entre viles personas; además, blasfema horriblemente contra nuestros dioses".
Diocleciano mando llamar a Pancracio y trató de persuadirlo para que renunciase a Jesucristo. Al no lograrlo, le condenó a muerte.
En el lugar del martirio, la Via Aurelia romana, Pancracio se arrodilló, levantó los ojos y las manos al cielo, y dando gracias al Señor porque había llegado a ese momento, fue decapitado.
Por la noche una noble romana, llamada Octavila, hizo recoger su cuerpo, lo embalsamó, lo amortajó con un lienzo e hizo que lo enterrasen en un sepulcro nuevo, cerca del lugar de su martirio.
El Pontífice Vitaliano envió sus reliquias desde el cementerio de Calepodius en Roma a Inglaterra, para con ellas evangelizar y para instalarla en los altares.
La primera Iglesia de Inglaterra de San Agustín de Canterbury la dedicó a San Pancracio.
También es titular de una Basílica en Roma.
Se le considera el Patrón contra falsos testimonios, contra perjurio, juramentos, tratados, dolores de cabeza y calambres.
Su imagen puede verse en muchos negocios conjuntamente con un florero que lleva una rama de perejil. En España, antes del cambio a la moneda europea, y cuando circulaba la peseta, se le ponía en su dedo índice una moneda de 50 céntimos (mediados del siglo XX) o de 25 pesetas (finales del siglo XX hasta el año 2022), las cuales eran las únicas monedas con un agujero en el centro.
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