
Fernando III de Castilla, llamado «el Santo» (Peleas de Arriba, 1199 o 24 de junio de 1201 -+Sevilla, 30 de mayo de 1252), fue rey de Castilla desde 1217 hasta 1252, y rey de León del 1230 al 1252.
En Peleas de Arriba existía un monasterio fundado por un religioso zamorano llamado Martín Cid. El monasterio tenía un albergue para atender a transeúntes y peregrinos que recorrían la Vía de la Plata. En ese entorno nació Fernando. En 1232, Fernando III trasladó el monasterio a su lugar de nacimiento, un paraje llamado Valparaíso. El Monasterio de Nuestra Señora de Valparaíso existió hasta la desamortización de Mendizábal en 1835.
Inocencio III declaró nulo en 1203 el matrimonio de sus padres, Alfonso IX de León y Berenguela de Castilla, alegando el parentesco de los cónyuges, porque él era tío carnal de su esposa. La separación del matrimonio se aprobó en 1203, y se anuló en 1204. Agotados todos los recursos contra la Santa Sede, su madre volvió a la corte de su padre (Alfonso VIII de Castilla) con todos sus hijos salvo Fernando, que permaneció en la corte leonesa con su padre, el rey de León.
Tras la temprana muerte del rey de Castilla Alfonso VIII en 1214, su hijo Enrique accedió al trono siendo niño y Berenguela fue titular de la regencia.
Berenguela tenía un castillo en el pueblo de Piedrahíta, Ávila. Según la tradición local, Fernando III nació en este castillo.
En 1217, tras la muerte repentina de Enrique I de Castilla, los derechos a la corona pasaron a Berenguela que, temiendo posibles pretensiones de su antiguo marido, el rey de León, se lo ocultó y pidió que se le trajese a Fernando. El rey leonés no quiso dejarlo marchar. Sin embargo, Fernando logró escapar y se reunió con su madre en el castillo de Autillo. Ella, mediante un acto solemne, lo proclamó rey de Castilla hacia el 10 o 14 de junio de 1217; la coronación oficial tuvo lugar en Valladolid hacia el 2 o 3 de julio.
Cuando Fernando accedió al trono, en el año 1217, su reino no rebasaba los 150.000 kilómetros cuadrados; en el 1230.
A la muerte de su padre, Alfonso IX en 1230, Fernando reclamó el trono de León, del que el pontífice romano le había confirmado heredero en 1218.
Al heredar el reino de León, obtuvo otros 100.000 y, a base de conquistas ininterrumpidas, logró hacerse otros 120.000 kilómetros cuadrados más.
La unificación de los reinos de Castilla y León puso fin a los continuos choques entre los dos reinos, que habían ocurrido intermitentemente desde el siglo XI.
Durante los años de gestión de la unión castellano-leonesa, el rey se limitó a supervisar las incursiones en tierras andalusíes entre los años 1231 a 1235.
Las siguientes campañas, en las que el rey participó de nuevo en persona delegando el gobierno del reino en su madre Berenguela y, tras la muerte de esta en 1246, en el infante Alfonso de Molina, marcaron la segunda parte de su reinado.
En doce años, Fernando se adueñó de gran parte del territorio andalusí y de muchas de sus grandes ciudades, como Córdoba y Sevilla.
Entre 1240 y 1243 sus conquistas se extendieron en abanico sin encontrar apenas resistencia: Chillón (Ciudad Real), Gahete (Córdoba), Pedroche (Córdoba), Santa Eufemia (Córdoba), Obejo (Córdoba), Setefilla (Sevilla), Hornachuelos (Córdoba), Almodóvar (Córdoba), Luque (Córdoba), Lucena (Córdoba), Santaella (Córdoba), Montoro (Córdoba), Aguilar (Córdoba), Baena (Córdoba), Écija (Sevilla), Marchena (Sevilla), Morón (Sevilla), Osuna (Sevilla) y Estepa (Sevilla).
Como ya había ocurrido en otros lugares, y tras la reconquista de Sevilla, Fernando restauró el arzobispado hispalense. La corte se instaló en Sevilla hasta la muerte del rey en 1252.
En el ámbito cultural y religioso, mandó levantar las catedrales de Burgos y León.
En su tiempo, el arzobispo e historiador Rodrigo Ximénez de Rada inició las obras de la Catedral de Toledo.
El canciller del rey, Juan, fundó la Catedral de Valladolid y, posteriormente, siendo obispo de Osuna, edificó esa catedral.
Nuño, obispo de Astorga, construyó la torre y el claustro de su catedral.
Lorenzo, obispo de Orense, levantó la torre que le faltaba a su templo.
Fernando mandó edificar innumerables iglesias, conventos y hospitales, y tanto él como su madre efectuaban importantes donaciones.
Falleció el 30 de mayo del año 1252, cuando se encontraba en el Alcázar. Estaban con él cuatro de los hijos que tuvo con Beatriz de Suabia; y su esposa Juana de Ponthieu con los tres hijos que tuvo con ella. Estuvo en compañía de sus familiares portando un Crucifijo.
Pidió que Remondo, el obispo de Segovia y su confesor habitual, le administrase el viático.
Le fue acercado un cirio para que lo llevara en el momento de su muerte y, antes de sostenerlo, alzó los brazos al cielo y dijo:
"Señor: me diste reino que no tenía, y honra y poder que no merecí; dísteme vida, ésta no durable, cuanto fue tu voluntad. Señor, gracias te doy y te devuelvo el reino que me diste con aquel provecho que yo pude alcanzar y ofrézcote mi alma.".
El cadáver del rey Fernando III el Santo recibió sepultura en la Catedral de Sevilla, tres días después de su defunción. Había dispuesto en su testamento que su cadáver recibiese sepultura al pie de la imagen de la Virgen de los Reyes, y había ordenado además que su sepultura fuera sencilla, sin estatua yacente.
No obstante, tras su muerte, su hijo Alfonso X ordenó realizar los mausoleos de sus padres, revestidos de plata, y las efigies que les representaban, recubiertas de metales preciosos y piedras preciosas, contraviniendo así el deseo de su padre.
Delante de la imagen de la Virgen de los Reyes, donada por Fernando III el Santo a la Catedral de Sevilla, fueron colocadas las efigies de Fernando III y de su primera esposa.
Tras la muerte de Alfonso X, su efigie, del mismo estilo que las de sus padres, fue colocada al lado de aquellas.
En la actualidad, la urna de plata que contiene los restos de Fernando III el Santo se encuentra colocada sobre un basamento de mampostería, colocado ante las gradas del altar donde se sitúa la imagen de la Virgen de los Reyes. En el basamento de mampostería que sirve de soporte a la urna se encuentran colocados cuatro epitafios, compuestos en árabe, latín, hebreo y castellano. La tradición sostiene que los cuatro epitafios fueron compuestos por su hijo Alfonso X.
En España es patrón de:
- Sevilla
- Aranjuez (Madrid)
- San Fernando de Henares Madrid)
- Maspalomas (Gran Canaria, Islas Canarias)
- Villanueva del Río y Minas (Sevilla)
- Ventas de Alcolea (Villarobledo, Albacete)
También es patrón del Arma de Ingenieros (tanto de Transmisiones como de Zapadores); de las especialidades de Construcción, de Telecomunicaciones, y de Electrónica del Cuerpo de Ingenieros Politécnicos; del Ejército de Tierra de España; y de la universidad de San Cristóbal de la Laguna (Tenerife).
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