RITA DE CASIA

Rita de Casia (Roccaporena, 22 de mayo de 1381 - +Cascia, 22 de mayo de 1457), bautizada con el nombre de Margherita Lotti, fue una religiosa italiana del monasterio ermitaño de Santa María Maddalena.
Sus ancianos padres la educaron en el temor de Dios, y ella respetó a tal punto la autoridad paterna que abandonó el propósito de entrar al convento y aceptó unirse en matrimonio con Pablo de Ferdinando, un joven conflictivo y violento.
Las biografías de la santa nos hablan de una mujer dulce, obediente, atenta a no chocar con la susceptibilidad del marido, cuyas maldades ella conocía, sufría, y rezaba en silencio.
Tuvieron dos hijos mellizos, Jacobo y Paolo.
Su bondad logró finalmente cambiar el corazón de su marido, que cambió de vida y de costumbres, pero sin lograr hacer olvidar los antiguos rencores de los enemigos que, por su mala vida, se había buscado.
En 1416 su marido fue asesinado.
Sus dos hijos, ya crecidos, juraron vengar a su padre, a pesar de los intentos de su madre de convencerlos de que desistieran de sus propósitos.
Cuando Rita se dio cuenta de la inutilidad de sus esfuerzos, tuvo la valentía de pedirle a Dios que se los llevara antes que mancharan sus vidas con un asesinato.
Su oración, humanamente incomprensible, fue escuchada.
Ya sin esposo y sin hijos, Rita fue a pedir su entrada en el convento de las agustinas de de Santa María Magdalena, de la Orden de San Agustín, en Cascia. Pero su petición fue inicialmente rechazada.
Regresó a su hogar y rezó intensamente a sus tres santos protectores, san Juan Bautista, san Agustín y san Nicolás de Tolentino, y una noche sucedió el prodigio. Se le aparecieron los tres santos, le dijeron que los siguiera, llegaron al convento, abrieron las puertas y la llevaron a la mitad del coro, en donde las religiosas estaban rezando las oraciones de la mañana.
Ante esto, Rita fue finalmente admitida y pudo vestir el hábito de las agustinas, realizando el antiguo deseo de entrega total a Dios.
Se dedicó a la penitencia, a la oración y al amor de Cristo crucificado, que la asoció aun visiblemente a su pasión, clavándole en la frente una espina. Este estigma milagroso, recibido durante un éxtasis, marcó su rostro con una dolorosa y purulenta llaga durante catorce años, hasta su muerte.
Dando a todos un sublime ejemplo de paciencia y compunción, falleció en el monasterio de Cascia el 22 de mayo del año 1457.
Fue beatificada el 1 de octubre de 1627 por Urbano VIII, y canonizada el 24 de mayo de 1900 por León XIII.
Se la considera patrona de las enfermedades, heridas, problemas maritales, las causas imposibles, pérdidas, abusos, las madres, los matrimonios, la familia, la paz, los casos difíciles y desesperados, y las causas perdidas.
JOAQUINA VEDRUNA

Joaquina de Vedruna Vidal, o Joaquina de Vedruna de Mas (Barcelona, 1783 - +Barcelona, 1854) fue una religiosa española, y fundadora de la Congregación de las Carmelitas de la Caridad.
Hija de Lorenzo de Vedruna, un rico y alto empleado del gobierno, desde muy pequeña tuvo mucha devoción al Niño Jesús y a las benditas almas.
A los doce años sintió un gran deseo de ser religiosa carmelita; pero no la aceptaron porque les parecía muy joven para decidirse aún por la vocación religiosa.
A los 26 años, en 1799, contrae matrimonio con un amigo y empleado de su padre.
16 años vivió con su esposo, y tuvieron ocho hijos.
Cuando Napoleón invadió España, su esposo se fue al ejército a defender la patria, y Joaquina y sus niños tuvieron que abandonar la ciudad de Barcelona y huir hacia la pequeña ciudad de Vich.
Cuando huían, se le apareció una misteriosa señora que la condujo hasta Vich a casa de una familia que los recibió con gran cariño. Enseguida la Señora desapareció. Joaquina siempre creyó que fue la Santísima Virgen, que llegó a auxiliarla en su huída.
Un día, mientras estaba rodeada de su familia, le pareció oir una voz que le decía:
"Pronto te vas a quedar viuda".
A los dos meses, aunque su esposo gozaba de buena saludy y con apenas 42 años, murió de forma imprevista. Joaquina quedaba viuda a los 33 años, y a cargo de ocho hijos.
Desde aquel día, se dedicó por completo a ayudar a los pobres, y a asistir a los enfermos en los hospitales.
Durante diez años estuvo dedicada a penitencias, oraciones y continuas obras de caridad.
Cuatro de sus hijas se fueron de religiosas, y los otros cuatro hijos se casaron, quedando libre de toda responsabilidad familiar. Ahora iba a poder realizar su gran deseo de desde niña: ser religiosa.
Se encontró providencialmente con un sacerdote capuchino, el Padre Esteban, el cual le dijo que Dios la tenía destinada para fundar una comunidad de religiosas dedicada a la vida activa de apostolado. El sacerdote redactó las constituciones de la nueva comunidad y, en 1826, ante el Obispo de Vich, empieza con ocho jovencitas la nueva comunidad, a la que se le pone el nombre de "Carmelitas de la Caridad".
En poco tiempo las religiosas pasan de ocho a trece, y más tarde a cien. Joaquina empezará a fundar casas de religiosas por toda la provincia de Barcelona.
En 1839, al iniciarse las Guerras Carlistas y perseguida por los izquierdistas, tuvo que huir a Francia donde estuvo desterrada por tres años.
Al volver del destierro, en 1842, fundó veintidós comunidades más a pesar de los desafíos provocados por la inestabilidad política. Llegaron también a la ciudad de Zaragoza, donde fundaron numerosos colegios.
La congregación de las Carmelitas de la Caridad se expandió por España, Hispanoamérica y Asia.
En 1850 empezó a sentir los primeros síntomas de la parálisis que la iba a inmovilizar poco a poco su cuerpo.
Aconsejada por el Vicario Episcopal, renunció a todos sus cargos y se dedicó a vivir humildemente como una simple religiosa y dejó a otras personas que dirigieran la Congregación, aunque conservaba plenamente sus cualidades mentales.
Durante cuatro años más, la parálisis se fue extendiendo y la fue inmovilizando por completo, hasta el punto de quitarle también el habla.
Vino después un brote de cólera, la cual acabó con su vida el 28 de agosto de 1854, a los 71 años de edad.
Fue beatificada por Pío XII en 1940, y canonizada en 1959 por Juan XXIII.
En la actualidad, la Comunidad de Carmelitas de la Caridad tiene 290 casas por todo el mundo, con más 2,700 religiosas; más de 40,000 niñas son educadas en sus colegios, y más de 4,000 personas son atendidas en sus hospitales.
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