PEDRO DE ALCÁNTARA

San Pedro de Alcántara (Alcántara, 1499 - +Arenas de San Pedro, 18 de octubre de 1562) fue fraile franciscano español.
Su nombre real era Juan de Garavito y Vilela de Sanabria.
Estando estudiando en la universidad de Salamanca, el santo se entusiasmó por la vida de los franciscanos debido a que los consideraba personas muy desprendidas de lo material y muy dedicadas a la vida espiritual.
Famoso por sus terribles penitencias, llegó a mortificarse tan ásperamente en el comer y el beber que perdió el sentido del gusto y así todos los alimentos le sabían igual. Dormía sobre un duro cuero en el puro suelo. Pasaba horas y horas de rodillas, y si el cansancio le llegaba, apoyaba la cabeza sobre un clavo en la pared y así dormía unos minutos, arrodillado. Pasaba noches enteras sin dormir ni un minuto, rezando y meditando. Con el tiempo fue disminuyendo estas terribles mortificaciones porque vio que le arruinaban su salud.
Fue nombrado superior de varios conventos y siempre era un modelo para todos sus hermanos en cuanto al cumplimiento exacto de los reglamentos de la comunidad.
Los últimos años de su vida los dedicó a ayudar a Santa Teresa a la fundación de la comunidad de Hermanas Carmelitas que ella había fundado, logrando muchos éxitos en la extensión de la comunidad carmelita.
Muere a la edad de 63 años.
Fue beatificado por Gregorio XV en 1622, y canonizado por Clemente IX en 1669.
Es el santo protector de los celadores y guardias nocturnos.
Juan de Brébeuf y compañeros mártires

Juan de Brébeuf, o Jean de Brébeuf (Condé-sur-Vire, Normandía, Francia, 25 de marzo de 1593 - +Misión de St. Ignace II, Tay, Ontario, Canadá, 16 de marzo de 1649) fue un presbítero jesuita que viajó por Nueva Francia en 1625.
Brébeuf se unió a la Compañía de Jesús en 1617, cuando tenía 24 años.
Entre 1619 y 1621 fue profesor en el Colegio de Rouen.
Estuvo cerca de ser expulsado de la Compañía cuando contrajo la tuberculosis en 1620, una enfermedad mortal común que le impedía estudiar y ser profesor.
Fue ordenado sacerdote en Pontoise en febrero de 1622.
Después de tres años como mayordomo en el Colegio de Rouen, Brébeuf fue escogido por el provincial jesuita de Francia, para embarcar de misionero a Nueva Francia.
En junio de 1625, Brébeuf llegó a Quebec (Canadá) con los sacerdotes Carlos Lalemant y Énemond Massé, y con los jesuitas laicos Francois Charton y Gilbert Burel, donde fundaron la Misión de Sainte-Marie among the Hurons, donde realizaron su misión evangelizadora entre varias tribus durante cuatro años, hasta que el 19 de julio de 1629, tras rendirse y entregar el fundador de Quebec la colonia a Inglaterra, los misioneros regresaron a Francia.
En Ruan, Francia, Brébeuf sirvió como predicador y confesor.
Realizó sus votos finales como jesuita en 1630 y entre 1631 y 1633, trabajó en el Colegio de Eu, en el norte de Francia, como mayordomo, ministro religioso y confesor, hasta que regresó a Nueva Francia en 1633, donde permaneció el resto de su vida continuando con su misión evangelizadora entre las tribus indígenas, especialmente la tribu de los hurones. La gran facilidad de Juan de Brébeuf para los idiomas fue una de las razones por las que fue escogido como misionero de los hurones en 1626.
Trabajó incansablemente para registrar sus hallazgos en beneficio de otros misioneros; se basó en el trabajo de los franciscanos recoletos; y descubrió y escribió sobre las características de las palabras compuestas en hurón. Este avance tuvo enormes consecuencias en posteriores estudios, convirtiéndose en la base de todo el trabajo lingüístico jesuita posterior. Tradujo el catecismo del francés al hurón, y organizó su impresión; también realizó un diccionario del idioma hurón, centrándose en la traducción de frases religiosas de oraciones y de la Biblia.
En 1647 convirtió a miles de hurones.
Brébeuf fue capturado junto con otro jesuita, Gabriel Lalemant, cuando una de las tribus indígenas, los iroqueses destruyeron la Misión de Saint-Louis, en territorio de los hurones. Los iroqueses llevaron a los sacerdotes a Taenhatenteron, en territorio hurón, donde los jesuitas habían fundado St. Ignace II. Sometieron a los misioneros y a los nativos conversos a torturas rituales antes de asesinarlos.
Brébeuf fue asesinado en St. Ignace el 16 de marzo de 1649.
A pesar de la tortura, se informó de que Brébeuf estaba más preocupado por el destino de los otros jesuitas y de los indios conversos que por él mismo. Como parte del ritual, los iroqueses bebieron su sangre, ya que querían absorber el coraje de Brébeuf para soportar el dolor, y se burlaron del bautismo echando agua hirviendo sobre su cabeza.
Los cuerpos de Brébeuf y Lalement fueron recuperados y enterrados juntos en el Cementerio de la Misión de Sainte-Marie among the Hurons. Sin embargo, las reliquias de Brébeuf se convirtieron en objetos importantes entre los católicos de Nueva Francia.
El 21 de marzo de 1649, inspectores jesuitas encontraron los cuerpos de Brébeuf y Lalement, y en la primavera de 1649 uno de ellos, Christophe Regnault, preparó los huesos de Brébeuf y Lalemant para ser transportados a Quebec para su seguridad: hirvió los restos de carne y realizó un nuevo entierro con estos restos en la iglesia de la Misión de Sainte-Marie among the Hurons; apartó los huesos, los secó en un horno y preparó varias reliquias envueltas en telas separadas, las depositó en dos pequeños cofres y las envió a Quebec.
En 1925, las reliquias fueron llevadas al Seminario de Quebec con una ceremonia para conmemorar la beatificación de Brébeuf.
Su tumba se encuentra en la Iglesia de San José, en la reconstruida misión jesuita de Sainte-Marie among the Hurons, en la autopista Ontario 12, que parte del Santuario de los Mártires, cerca de Mindland, Ontario.
Fue beatificado el 21 de junio de 1925 por Pío XI, y canonizado también por éste el 29 de junio de 1930.
Compañeros Mártires:
Isaac Jogues
Natalio Chabanel
Gabriel Lalemant
Antonio Daniel
Renato Goupil
Carlos Garnier
Juan de Lalande
Pablo de la Cruz

San Pablo de la Cruz, de nombre secular Pablo Francisco Danei Massari (Ovada, 3 de enero de 1694 - +Roma, 18 de octubre de 1775) fue un sacerdote eremita y místico italiano fundador de la Congregación de la Pasión, más conocida como Pasionistas.
Siendo hijo de un acaudalado comerciante, su vida cambió a los 19 años de edad al escuchar un sermón que el párroco de su pueblo natal predicó en aquel día, y que le llevó a vivir una vida libre de vicios, inspirada en la penitencia y la oración diaria.
La Virgen María se le apareció a Pablo donde le dio a conocer el hábito negro, el estilo de vida contemplativa y el escudo de su futura congregación de los Pasionistas; congregación que fundó inspirado en la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.
Pablo relató sus visiones al obispo de Alejandría y a su confesor, quienes le revistieron de dicho hábito en 1720 y tomó el nombre religioso de Padre Pablo de La Cruz, a raíz de lo cual vivió en la ermita de San Esteban, en la localidad de Castellazzo.
Junto a su hermano, Juan Bautista de San Miguel, viajó a la ciudad de Roma para tener audiencia con el papa Benedicto XIV, quien aprobó las reglas de su congregación, que se llamó Congregación de la Pasión (también conocida como Pasionistas, en consonancia con el encargo que la Virgen le hace a Pablo: predicar la Pasión de Jesucristo como "el don más maravilloso del amor de Dios, la fuerza que puede transformar al hombre y al mundo entero"), destinada a la vida contemplativa y a las misiones de evangelización.
Pablo se destacó por su amor a la Eucaristía, su penitencia y su infatigable oración y predicación.
Su misión los lleva a padecer en carne propia los dolores de los pobres sirviéndolos, especialmente a los enfermos, y a viajar de pueblo en pueblo predicando. Esta vida radical, en principio no es comprendida por la Santa Sede, pero tras de vencer las resistencias iniciales logra que el papa Benedicto XIV lo ordene sacerdote, junto a su hermano Juan Bautista, en 1727 y les dé a esta primera comunidad permiso para predicar.
Más tarde, el propio San Pablo de la Cruz llegó a ser consejero de Clemente XIII, lo que lo llevó a trasladarse a Roma, donde estableció la Casa Madre de la Congregación en un convento junto a la Basílica de los Santos Juan y Pablo.
Murió en Roma en octubre de 1775 a los 80 años de edad.
Sus restos reposan en el Convento junto a la Basílica de los Santos Juan y Pablo, y que hasta la actualidad es la sede del Superior General de la Congregación.
Fue canonizado en 1867 por Pío IX.
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