San Jenaro, o Genaro (Nápoles o Benevento, 21 de abril de 272 - +Pozzuoli, 19 de septiembre de 305) fue un obispo y mártir italiano, condenado a muerte durante las persecuciones a los cristianos del emperador romano Diocleciano.

Perteneciente a la familia patricia de los Ianuarii, fue obispo de Benevento (en la región de Campania, Italia) en el siglo III y, de acuerdo con la tradición, se llamaba Prócolo.

En el año 305, durante la persecución de Diocleciano y Maximiano, Jenaro es encarcelado siendo obispo de Benevento, por los soldados del gobernador de la ciudad, que lo reconocen cuando se dirigía a visitar a un diácono que estaba en la cárcel.
Ya apresado, intentan convencerlo para que reniegue de su fe, pero al no conseguirlo le introducen en un horno de donde sale sin daño alguno, sin que ni siquiera sus ropas sufran el mínimo daño por el fuego. Al día siguiente, junto con el diácono y otros cristianos, es trasladado al Anfiteatro de Pozzuoli donde son echados a las fieras, las cuales no les atacan y se echan mansamente a los pies de Jenaro.
Finalmente, deciden llevarlo con los demás cristianos al Forum Vulcani para ser decapitados. Con él fueron martirizados los Diáconos Sossio, Próculo, Festo, y los Lectores Desiderio, Eutiquio y Acucio. Fueron enterrados allí mismo.

Los cristianos de Nápoles obtuvieron los restos de San Genaro que, en el siglo V, fueron trasladadas desde la pequeña iglesia de San Genaro, vecina a la Solfatara, donde se hallaban sepultados.
Durante las guerras de los normandos, los restos del santo fueron llevados a Benevento y, poco después, al Monasterio del Monte Vergine.
En 1497 se trasladaron con toda solemnidad a Nápoles que, desde entonces, honra y venera a San Genaro como su patrono principal en la Catedral de la ciudad, dentro de la Capilla Real del Tesoro de San Genaro.

la licuefacción

La fama de que goza san Jenaro se debe a un "prodigio", que no milagro, que se obra todos los años en Nápoles el 19 de septiembre, aniversario de su muerte.
El hecho, que según indica la tradición se produce desde hace 400 años, consiste en la licuefacción de la sangre del santo.
Ese día, un sacerdote expone en el altar de forma solemne, frente a una urna que contiene la cabeza del santo, una ampolla del tamaño aproximado de una pera que contiene su sangre solidificada. Los presentes empiezan a rezar y la sangre, sólida y de color negruzco, se vuelve líquida y rojiza, y aumenta de volumen. Se considera un milagro del santo fallecido.
Otros casos de licuefacción de sangre son los de san Chárbel Makhlouf en el Líbano, y san Pantaleón en el Real Monasterio de la Encarnación de Madrid en España.
A veces se suelen producir licuaciones en visitas de algunos Pontífices de la Iglesia católica romana: El 25 de julio de 2015, durante la visita a Nápoles de Francisco, al besar este la ampolla que contiene la sangre, esta se licuó.​ La anterior vez que la sangre de san Jenaro se licuó delante de un Pontífice fue en el año 1848 delante de Pío IX, quien acudió a Nápoles tras huir de Roma debido a una revuelta popular.

 

En Nápoles, no solo se atribuye este milagro a san Jenaro, sino también el haber librado a la ciudad en diferentes oportunidades de las erupciones del volcán Vesubio.


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