Basta con que el sacerdote bendiga a la persona, bien sea con oraciones ya hechas o improvisadas. Al cabo de un rato se pueden intercalar las siguientes frases de memorizar:

 

In nomine Iesu, exorcizo te.

In nomine Iesu, dic nomen tuum.

In nomine Iesu, si es hic, manifesta te.

 

Al dirigirse al demonio hay que hacerlo con autoridad. Al demonio no se le pide nada, se le ordena.

Hacerlo en latín ayudará a que la persona no sepa en qué momento nos estamos dirigiendo al demonio y hemos dejado de bendecirla. Si la persona no da ningún signo no de trance, ni de que emerja esa segunda personalidad, entonces es que no está posesa.

De todas maneras, hay demonios que se esconden mucho, que con todas sus fuerzas resisten la oración. Por eso, conviene insistir un poco. Normalmente no es necesario insistir más allá de tres o cuatro minutos. En el 95% de los casos de posesión, el demonio suele manifestarse en muy pocos segundos.

 

Pero como hay muchos tipos de demonios conviene que el sacerdote se encomiende a Dios para que le ilumine, y que haga caso de la intuición. Si algo le hace sospechar que allí hay un demonio, puede insistir más. Aunque más de cuatro minutos normalmente no habrá necesidad.

Durante ese tiempo en que está bendiciendo a la persona, es muy importante que el sacerdote se concentre mucho en la oración. Cuanto más se concentre más fuerza tendrá su oración y más obligará al demonio a manifestarse.

Es muy conveniente que el sacerdote cierre los ojos para no distraerse mirando a la persona. Pero conviene que haya alguien más atento al poseso por si éste tratara de abalanzarse sobre el sacerdote mientras está con los ojos cerrados concentrado en la oración.

 

El sacerdote, aunque esté concentrado en la oración si en algo ha de fijarse tras un rato es en los ojos. Pues en unos casos los ojos se cierran para entrar en trance.

O en otros casos el demonio mira a través de ellos, y el demonio tiene una mirada especial, maligna. Si ve esa mirada, al insistir se acabará manifestando si está dentro.


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