
Es frecuente oír que después que Cristo derramó su sangre en el Calvario el poder del Diablo sobre el mundo quedó quebrantado y que por eso hay hoy día menos casos de posesión.
Bien, se trata de una afirmación bastante difícil de probar. Porque ni de una época ni de otra, poseemos estadística alguna.
De todas maneras, eran infinidad los ritos de la Edad Antigua en los que se invocaba a espíritus y dioses de un modo que era casi a una sesión espiritista, favorecían la posesión. De ahí que es evidente que fuera más frecuente la posesión en la Babilonia pagana que la Europa de Carlomagno.
No fue la redención de Cristo, sino la extensión de la Iglesia y el abandono de ese tipo de ritos de invocación de espíritus malignos los que causaron que la posesión fuera algo verdaderamente excepcional. Porque, aunque Cristo nos haya redimido, si se invoca a los demonios, se producen posesiones.
Por eso no es el hecho de la Redención lo que ha disminuido el número de posesos, sino la erradicación de esas prácticas de conjuración de fuerzas malignas al implantarse el cristianismo.
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