La orden menor del exorcistado era una bendición que la Iglesia daba a través de un rito litúrgico en el que se pedía expresamente a Dios su gracia para ejercer este ministerio.

 

Despues, aunque habian recibido esta orden menor no podían ejercer ese ministerio sin permiso de su obispo.

Con el documento Ministeria Quaedam Pablo VI suprimió esta orden menor. Algunos consideraron que esto suponía la pérdida de un arma de lucha contra el demonio.

Pero no era así. La misma orden menor fue totalmente desconocida en los primeros tiempos de la Iglesia. Tal orden menor no era un sacramento, sino un sacramental creado por la Iglesia.

El poder exorcístico está incluido en el poder del sacramento del orden. El sacramental de aquella orden menor era una mera bendición en la que se le pedía a Dios su gracia para ejercer bien ese ministerio, sólo era eso.

Por lo tanto, aunque se haya suprimido esa orden menor, el poder exorcístico no queda reducido en nada, ni en lo más mínimo. La potestad de orden y la fe y oración del presbítero serán las fuentes de su poder sobre los demonios.


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