
Si los meses pasan y ni un solo demonio sale eso puede deberse a que la persona posesa no está cumpliendo los consejos del exorcista. El exorcista le debe haber aconsejado antes de empezar la primera sesión, que vaya a misa, que ore, que se confiese, que cumpla los diez mandamientos.
Hay gente que viene al exorcista como el que va al médico, piensan que esto es como tomar una medicina y que uno puede seguir con la vida que llevaba antes.
Pero si uno quiere ser exorcizado, debe cambiar de vida y cumplir todo lo que Jesús nos enseña. De lo contrario el demonio que sale volvería a entrar. Y en algunos caos ni llega a salir, porque tiene donde agarrarse.
Si la persona no está dispuesta a abandonar el pecado, el sacerdote debe interrumpir las sesiones de exorcismo hasta que el poseso decida obedecer sus indicaciones. Por ejemplo, si alguien está conviviendo en una unión ilícita, la persona debe tomarse un tiempo para entender las razones por las que debe poner en orden su vida. Pero si los exorcismos comienzan antes de que tome la decisión que debe tomar, los exorcismos serán ineficaces. Aquí no vale la buena intención, la ley de Dios es objetiva: Si el demonio tiene donde agarrarse, no sale.
En estos casos de oculta desobediencia del poseso a las indicaciones del exorcista suele estar la causa de los casos de exorcismo que se prolongan más allá de lo lógico. Pero si el exorcista ve que la persona es sincera y que no parece que haya ninguna causa oculta, no habrá otra solución que insistir o probar con otro sacerdote a ver si él tiene más éxito.
Un exorcista en sus primeros casos puede hacer cosas que son ineficaces para con un demonio determinado, por eso probar con otro exorcista más experimentado puede ser útil.
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