
Los seres humanos somos niños, y nos encandilamos con lo que es más espectacular a nuestros ojos.
La confesión es menos espectacular, su obra es más discreta, más silenciosa. Sin embargo, la confesión es un don divino embargo, la confesión es un don divino mucho mas grande que el del exorcismo.
El exorcismo sólo saca al demonio de cuerpo, la confesión saca el mal de nuestro espíritu. La confesión destruye nuestras ataduras con la iniquidad. Y no sólo eso, nos concede gracia santificante.
La confesión no sólo perdona, sino que repara nuestra alma y la llena de luz.
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