Mandatum es la orden dada privadamente y de modo puntual ordenándole al demonio en el nombre de Cristo a que se aleje.

Cuando una tentación se prolonga y es de una gran intensidad, cualquier persona en silencio, en su interior, puede dar la orden al demonio de lujuria, de tentación contra la esperanza, o contra la fe, etc, que se aleje.

Por poner un ejemplo basta con que mentalmente le ordene: en el nombre de Jesús, espíritu de rencor aléjate. Ese mandatum practicado una sola vez y con fe, suele dar resultados tan inmediatos como sorprendentes.

 

Pero aunque el mandatum aleja al demonio de forma automática, posteriormente puede volver. Y la persona debe entender que la tentación forma parte integrante de su evolución espiritual.

La tentación purifica y fortalece, y podemos tener la plena seguridad de que Dios no permitirá que seamos tentados más allá de nuestras fuerzas.

La tentación es un combate espiritual, somos soldados de Cristo, y estas luchas invisibles son parte de nuestra prueba sobre la tierra. Los demonios tuvieron su prueba y nosotros tenemos la nuestra. Podemos evitar el pecado, pero no hay forma de evitar la tentación.


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