
Podría parecer que los demonios más perversos tienen que ser los de más alta jerarquía, pero no.
Una naturaleza angélica de la última jerarquía pudo ser mucho más perversa que un ángel superior.
El mal que puede cometer un ser libre no depende de la inteligencia, ni del poder que posea.
Siempre ponemos como ejemplo de maldad al jefe de las SS, Heinrich Himmler pero, ¿no pudo ser peor que él alguno de sus subordinados?
Por supuesto que sí.
Entre los hombres vemos que alguien menos inteligente y en un puesto social poco relevante puede ser mucho peor y perverso que un dictador.
Pues lo mismo dicho para el mal, vale también para el bien. Un ángel de la última jerarquía pudo ejercitar más sus virtudes que uno de más alta jerarquía; al igual que una viejecita humilde y sin estudios y solo dedicada a las labores de la casa toda la vida, puede ser más santa que un arzobispo o un sumo pontífice.
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