Las tentaciones que provienen del demonio no se distinguen en nada de nuestros propios pensamientos, ya que el demonio tienta infundiendo en nosotros especies inteligibles; es decir, introduce en nuestra inteligencia, memoria e imaginación objetos apropiados a nuestro entendimiento que en nada se distinguen de nuestros pensamientos.
Una especie inteligible es justamente eso: lo que hay en nuestro pensamiento cuando ejercitamos la acción de pensar.
Las producimos nosotros en el interior de nuestro espíritu racional, pero un ángel también puede producirlas y comunicárnoslas silenciosamente.

Entre las personas comunicamos nuestras especies inteligibles con el lenguaje, aunque también podemos hacerlo con, por ejemplo, la pintura o la música; pero siempre a través de un medio externo.
En cambio, el ángel puede transmitirnos esa especie sin necesidad de medio alguno.
Es por esto que no hay manera de distinguir lo que viene de dentro de nosotros, de un ángel, de un demonio, o de Dios directamente.

 

Ahora bien, las personas que llevan muchos años esforzándose en la vida espiritual con una vida de oración muy intensa, pueden advertir que hay tentaciones que aparecen con una intensidad bastante sorprendente, sin que tenga apenas una causa razonable, y que pueden llegar a ser extrañamente persistentes.
Por ejemplo: es lógico que la lectura de un libro contra la fe produzca tentaciones contra la fe, pero si esa tentación aparece de pronto muy intensa, e insistiendo durante semanas y semanas, todo eso puede señal de que es una tentación del demonio. Pero ni aun así podemos estar seguros.

 

Como norma se podría decir que las tentaciones sin causa razonable, muy intensas y persistentes, se puede sospechar que son del demonio; pero con unas características tan vagas nunca podremos estar seguros al cien por cien.

 

El psiquiatra que haya leído esta explicación seguro que pensará que lo descrito se debe a un proceso de acción-reacción…
A tales psiquiatras queremos decirles que conocemos perfectamente esos mecanismos del subconsciente, pero también les recordamos que el demonio también existe. Y esto queda mas claro cuando esa tentación obsesiva desaparece de pronto, un buen día, sin volver a aparecer nunca.
Las tentaciones del demonio nunca son crónicas; y por vehementes que sean, cuando desaparecen no dejan la más leve secuela en la psique que las padeció.


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