Hay que dejar bien claro que las enfermedades aparecen por causas naturales. Pensar que tienen su causa en el mundo de los espíritus sería como querer regresar a un estado precientífico donde la razón sería sustituida por el mito.

Ahora bien, si los demonios existen tampoco se puede descartar absolutamente que ellos puedan actuar alguna vez en este campo. Las reglas generales son, como su propio nombre indica, generales, pero nada impide que sucedan hechos especiales, por muy raros que éstos sean; lo mismo que del cielo cae agua o nieve, pero de vez en cuando también cae un meteorito.


Así también, de forma extraordinaria e inusual, Dios puede permitir que un demonio provoque una enfermedad.
De hecho, San Lucas menciona expresamente el caso de “una mujer, que desde hacía dieciocho años padecía una enfermedad producida por un espíritu, y estaba encorvada” (Lucas 13, 10-14). De esta mujer no se dice que estuviera endemoniada, pero sí se dice que el demonio era la causa de esa enfermedad.
A esto podemos añadir el caso de la muerte de los esposos de Sara en el Libro de Tobías, causada por el demonio Asmodeo (Tobías 3).


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