El gran poder del demonio es tentar. Y como los demonios se comunican entre sí, pueden ponerse de acuerdo para tentar en una misma dirección.
En 1932, los demonios entendieron perfectamente que para sus planes era mejor tentar a la gente para que votase a ese candidato bastante desconocido que era Hitler. ¿Eso significa que su ascenso al poder se debió a la acción de los demonios? No, pero ellos indudablemente le ayudaron.


Igualmente, hay que recordar que los Santos Padres de los primeros siglos de la Iglesia, al tratar el tema de las persecuciones contra los cristianos, señalarán como primera y principal causa de esa persecución la instigación de los demonios tanto sobre las masas como sobre los gobernantes.


Sí, efectivamente también los demonios tienen sus estrategias y se ponen de acuerdo para llevarlas a cabo.
Pueden concentrarse en un lugar determinado; ambicionan todas las almas, pero saben muy bien que algunas personas tienen el poder de arrastrar a otras personas, bien por su cultura, por su poder o por su dinero. Y, por lo tanto, las fuerzas del mal son conscientes de que esas élites son especialmente deseables.
En política, los demonios nuca son neutrales, analizan la situación y están seguros de cuáles son las personas que más favorecerán sus estrategias.
Afortunadamente, el lado del bien tiene a los ángeles y a las muchas personas que, con su oración, desbaratan los planes de las tinieblas. Por eso es tan importante la oración y el sacrificio.
Los monasterios, las personas orantes, son las fuerzas invisibles que no sólo contrarrestan el poder del infierno en este mundo, sino que envían sobreabundantemente todo tipo de bendiciones sobre nosotros.


Aunque explicar esa lucha invisible de poderes espirituales no nos debe hacer olvidar que los autores de nuestra historia somos nosotros.
Todas estas fuerzas invisibles del mal solo son una influencia; y al final cada hombre hace lo que quiere y es responsable de lo que hace.
Ni todos los demonios del mundo pueden obligar a alguien, aunque sea un pecador, a tomar una decisión si él decide tomar la otra.


El poder de la oración s tan poderoso como los mayores ejércitos, o las mayores fortunas. Una sola persona humilde y desconocida, con su oración, puede evitar guerras, puede evitar que ideologías políticas malignas lleguen al poder, etc., etc.
Sólo los demonios saben hasta que punto es temible la oración para ellos.

 


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