Recibí la llamada de un párroco del sur de España. Quería contarme que en su parroquia un grupo de jóvenes entre los 28 y los 35 años hacían espiritismo cada semana. Me dijo que ese grupo de unas ocho personas contactaban con un ser desde hacia años. Se había establecido una relación muy profunda entre ellos y ese espíritu después de tantas conversaciones espiritistas. El extraño ser afirmaba ser un extraterrestre de otra galaxia, les había comunicado su nombre y otras muchas cosas acerca de sí mismo. Asimismo, les había explicado muchos aspectos del mundo espiritual. También les había dado buenos consejos tales como que debían ir a misa. En una ocasión les advirtió que debían ir a cierta hora exacta, a un lugar concreto, para evitar un mal a una persona. Y así fue, cuando llegaron al lugar, a esa hora, fue para descubrir que justamente allí estaban atracando a una mujer. La llegada de estos jóvenes puso en fuga a los atracadores. Las cosas que les decía este ser, unas coincidían con la fe cristiana, otras no. A veces les decía cosas buenas acerca de los sacerdotes, pero en otra ocasión le dijo a una chica que abortara porque el niño que tenía era hijo de Satanás y no del chico con el que había tenido relaciones. La chica abortó.

           El párroco estaba totalmente seguro de la veracidad de estos contactos, porque ese ser le había enseñado a uno de los chicos del grupo a hacer viajes astrales. Y el chico le dio detalles concretos al sacerdote de que lo había visto a él en tal sitio y a tal hora, y que lo había visto llorando a solas por un asunto que sólo el chico del viaje astral y el sacerdote conocían. Sea dicho de paso, la fuente que tengo de este episodio es el mismo sacerdote, así que de este punto estoy completamente cierto.

 

Al cabo de un par de meses, me desplacé a esa diócesis a dar una conferencia. Circunstancia que aproveché para encontrarme con el grupo entero que participaba de esas sesiones espiritistas. Después de escuchar de boca de los participantes los hechos que me había contado su párroco, oré uno por uno cada miembro del grupo. Ante mi sorpresa y estupefacción nadie mostraba sufrir ninguna influencia. ¿Cómo había sido esto posible? Unas horas después lo iba a descubrir. Por el momento me limité a darles los consejos espirituales pertinentes y a decirles que no volvieran a comunicarse con ese ser sino querían sufrir fenómenos nada deseables por parte de los demonios.

         Después de ese encuentro, tenia la conferencia en esa ciudad. Sea dicho de paso, la conferencia tenia que haber sido en la catedral. Pero el obispo consideró que un tema así no era conveniente tratarlo en un marco catedralicio. Así que tuve que dar mi charla en un templo pequeño y anodino situado en el extrarradio. Si algún día llego a cardenal, pienso meditar con cuidadosa perfidia algún tipo de desagravio en ese mismo marco del que fui excluido.

         Tras la conferencia, fui a casa del chico que hacía de médium con ese ser. Pues en el grupo era siempre un mismo chico a través del que se manifestaba, y si no estaba ese chico no podían comunicarse. Antes también había yo orado por ese chico sin que se apreciara manifestación maligna alguna.

         Me había desplazado a la casa de este chico a bendecirla. Y fue allí donde vi que, aunque no era una persona practicante, era alguien muy sencillo de corazón que tenia un gran amor a la Virgen María. Cada día al pasar por la escalera le daba un sentido beso a una imagen de Nuestra Señora. Vi claro, que Ella le había protegido de quedar poseído. El amor a la Virgen había sido su escudo. Aunque claramente le dije que, si hasta ahora se había comunicado con ese ser sin pensar que hubiera nada malo en ello, a partir de ahora ya lo sabía, estaba advertido y no podía contar con la protección del Cielo de forma indefinida. Si sigues teniendo esas comunicaciones, le advertí, acabarás poseso o con influencias antes o después. El grupo después de meditar mi advertencia y parlamentar, decidió interrumpir para siempre esas sesiones.


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