Así como hay casos largos, los hay que con que se ore una sola vez es suficiente. Uno de estos casos breves fue el de una señora que se resolvió en dos sesiones, aunque espaciadas a lo largo de un año. Cuando me vino a ver, me dijo que estaba segura que una persona en concreto le había hecho un maleficio. ¿Cómo está tan segura?, le pregunté. Pues porque yo tenia empleada a una chica, me contestó, a la que un día en un rincón escondido del lugar de trabajo le encontré muchas velas negras, así como otros objetos de los que se emplean para realizar magia negra. Lo tiré todo, me dijo, y le reñí a esta empleada. Al cabo de unas semanas, la despedí. Entonces fue cuando la chica despedida me dijo por teléfono que me iba a hacer magia negra. Concretamente le dijo: Te voy a hundir. Te voy a poner gorda como una vaca. Desde entonces la empleadora comenzó a tener pasión por los dulces y a engordar muchísimo.

         También desde ese momento comenzó a sufrir los siguientes síntomas: no podía dormir, sufría constantes pesadillas en las que soñaba con sangre, con muertes y teniendo relaciones sexuales con la chica que le había hecho el maleficio, a pesar de que ella nunca había tenido tendencias lesbianas.

         Además, desde que despidió a aquella chica, notaba en sí unos inexplicables deseos de hacer daño. Por si fuera poco, a veces se le nublaba la vista, llegando a caer al suelo. Después volvía en sí sin mas problemas, aunque quedaba muy cansada. Los médicos pensaron que podía sufrir de vértigos. Cabe la posibilidad de que cuando se le nublaba la vista y se caía, lo que sufriera en realidad fueran los trances de una posesión. Dado que ella perdía la consciencia no sabia lo que hacia tras ese momento en que dejaba de ver.

         La fase con estos síntomas tan fuertes en muchos casos no suele durar más allá de unos días o semanas, después los síntomas van menguando. Y como suele suceder en muchos casos, finalmente no quedó posesa, sino que sólo sufrió influencia. Es curioso que cuando se hace un maleficio, a veces, la persona sufre los síntomas de una posesión durante unos días, aunque después solo quede en ella una influencia.

         En la primera vez que vino a mi parroquia, oré sobre ella durante casi media hora. La única manifestación que hubo fue la de quedarse en un estado como de sopor en cuanto comencé las oraciones. Como no hubo más manifestaciones, le recomendé lo usual: que orara cada día, que cambiara de vida convirtiéndose sinceramente a Dios y que observara si mis oraciones de ese día y las suyas cotidianas habían acabado con esa influencia o si lo iban haciendo de forma progresiva. A partir de aquel día la mujer notó una clarísima mejoría. El cambio fue tal que se dio por completamente curada.

         Pero me volvió a pedir cita casi un año después, porque la chica que le había hecho el maleficio, le llamó para insultarle y amenazarle. Lo curioso fue que, por teléfono, la chica, le había dicho que le iba a hacer daño donde más le iba a doler y que iba a ser en la cara. Y efectivamente, al día siguiente amaneció con una marca alargada en la cara, como si de una gran cicatriz se tratara. La marca desapareció en un par de días, pero me mostró la foto que había hecho de su cara la mañana en la que apareció.

         Había pedido cita conmigo en cuanto tras la llamada apareció esa marca en su piel. Vino a la parroquia y oré de nuevo por ella. Nada más empezar a orar, la mujer sintió malestar, vomitó saliva. Digo que vomitó saliva porque las arcadas que sufría eran de vómito, aunque lo único que echaba por la boca era saliva y poco más. Finalmente fue sintiéndose mejor, hasta sentirse completamente bien. Había quedado liberada del maleficio.

         Le aconsejé después que no tuviera ningún miedo a los maleficios de su enemiga. Ella invocaba al poder de las tinieblas, pero el poder de la Luz era superior sin punto de comparación. Tuve contacto con ella años después, pero ya nunca volvió a sufrir de ningún tipo de influencia.


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