Ha habido varios casos especiales de posesión, como son los casos de posesión de grupos y los casos permitidos por Dios como signo. Como caso de posesión en grupos es famosísimo el caso de Salem, Massachusets, en el que en medio de una comunidad de puritanos se produjo la posesión de varias niñas a causa de una mujer negra que les inició en la invocación de distintas entidades. La comprobación de la intervención del Maligno en estas niñas dio lugar a un caso de histeria colectiva que produjo la condena a muerte de mucha gente inocente. Por citar otro caso de posesión de un grupo podemos simplemente mencionar el reciente de Chamanga (Ecuador) en 2003 en el que más de una docena de chicas entre catorce y veintitrés años quedaron posesas.

         Los casos dados como signo son mucho más interesantes pues implican un plan de Dios alrededor de ellos. Son casos permitidos por Dios para concienciar a la gente. Sólo tenemos constancia de dos casos dados como signo: el de Mount Rainier (Estados Unidos) en 1949 y el Loudun (Francia) en 1632.

         En el caso de Loudun se produjo la posesión de un nutrido grupo de monjas de un nutrido grupo de monjas del convento de las ursulinas de esta ciudad. La posesión se produjo por causa del capellán del convento, Urbain Grandier, un clérigo licencioso y libertino, que practicó la brujería. A finales de septiembre de 1632 las monjas comenzaron a ver extraños fenómenos en el convento. Después comenzaron a decir que un espectro con la figura de Urbain Grandier recorría los corredores del convento por la noche. Después más y más monjas comenzaron a padecer convulsiones y a hablar con extrañas voces.

         Incluso un pastor protestante como Nicolás Aubin escribió: Que las monjas golpeaban con sus cabezas sus propios pechos y espaldas, como si tuvieran sus cuellos rotos y con inconcebible rapidez. Que retorcían sus brazos en las articulaciones del hombro, del codo o de la muñeca, dándoles vueltas tres o cuatro veces. Que se tumbaban sobre sus vientres mientras se agarraban con sus manos a las plantas de sus pies. Que sus caras eran aterradoras, que sus ojos podían permanecer abiertos sin parpadear. Que proferían gritos como nunca antes había oído. Que hacían uso de expresiones tan indecentes que hubieran avergonzado al más depravado de los hombres, mientras se exponían a sí mismas invitando a conducta lujuriosa.

         Siete fueron las monjas posesas, además de cuatro mujeres laicas y muchas otras que padecían otros fenómenos. La lista de nombres de demonios que fueron expulsados de ellas son: Asmodeus, Zabulón, Isacaaron, Astaroth, Gresil, Amand, Leviatán, Behemot, Beherie, Easas, Celsus, Acaos, Cedon, Alex, Napththalim, Cham, Ureil y Achas.

         Los exorcismos realizados en la ciudad fueron terribles, pues las contorsiones, las voces extrañas, impresionaron mucho a toda la ciudad. Todos esos ritos se realizaron en una iglesia con asistencia de público. Y constituyeron un verdadero signo para su época en toda Francia, pues mostraron (entre otras cosas) la fuerza inherente en los ritos católicos contra lo que decían los protestantes. A los exorcismos asistieron muchas dignidades, el príncipe Luis de borbón entre otros.

         Uno de los demonios, Leviatán, reveló en mayo de 1634, en un exorcismo, a través de la voz de la monja Juana de los Ángeles que Urbain Grandier había realizado un pacto con el demonio. El documento se encontró en el lugar indicado durante el exorcismo. En un exorcismo anterior el demonio Asmodeo había dicho que se había firmado con la sangre de Grandier. Una investigación posterior descubrió una cicatriz en su mano. La acumulación de pruebas contra el capellán condujo a que fuera sentenciado a morir quemado vivo.

         Sin embargo, algunos demonios permanecieron en unas cuantas monjas posesas durante todavía más meses, aunque en 1634 con la intervención del exorcista Surín el caso de Loudum acabó.

 

Muy distinto fue el famoso caso estadounidense de posesión de Mount Rainier en 1949 tuvo un final muy distinto al que aparece en la película. Un final tan extraordinario que se optó por no ponerlo ya que se consideró que nadie lo iba a creer. La liberación del demonio en la última sesión fue así:

         El demonio que hablaba a través del niño con una voz horrible llena de odio dijo: No me iré hasta que sea pronunciada cierta palabra, pero el niño jamás la dirá. (…) no es suficiente, debe decir una gran palabra, me refiero a una gran palabra. Nunca diré esa palabra, nunca diré esa palabra.

         El exorcismo prosiguió y de pronto el chico habló con una voz en un tono claramente autoritario y al mismo tiempo digno. El poseso dijo: Soy San Miguel y te ordeno Satán que abandones el cuerpo en el nombre de Dominus, inmediatamente, ahora, ahora.

         Dominus en latín significa Señor. Se oyó un sonido que describieron como una detonación muy fuerte y que escucharon muchas personas en el hospital de los hermanos de San Alejo en San Louis, personas que no sabían que se estaba practicando un exorcismo, trabajadores que incluso estaban en las oficinas del hospital. En ese momento el poseso quedó liberado y volvió en sí.

         El chico no se acordaba de nada, pero sí que recordaba una visión de San Miguel luchando con Satanás. Curiosamente, ese mismo día a esa misma hora en que salió el demonio, esa misma visión fue vista al otro lado de la ciudad, en la iglesia de San Francisco Javier por varios sacerdotes jesuitas, los cuales afirmaron haber visto súbitamente una intensa luz que iluminó el altar principal y la bóveda sobre el altar, y en la que se veía a San Miguel luchando con Satán.

         ¿Por qué salió justo al decir esa palabra y por qué tenía que ser en latín? La única razón fue porque así lo dispuso Dios. La palabra Señor seguro que la habían mencionado en las fórmulas de los exorcismos, pero al demonio se le había dicho (por parte de un ángel, santo o Dios) que cuando se dijera esa palabra él saldría. Aunque lo que le echó fue la lucha con San Miguel. Lo único que sabía el demonio era que la palabra suponía que había llegado ya su hora.

         Pienso que ese caso de Mount Rainier que fue un caso con muchos fenómenos extraordinarios y que tuvo un gran impacto en la prensa de su tiempo, fue permitido por Dios para concienciar a esa generación de la veracidad de este fenómeno de la posesión. Cuando parecía que la posesión era algo ya superado, algo medieval, apareció ese caso. Y de ser algo arcaico pasó a ser algo totalmente actual. Y si tuvo mucho impacto el caso real, mucho mayor lo fue el de la película. Considero que tal obra ha logrado lo que no hubieran logrado ni miles de sermones. El caso de Mount Rainier fue un caso que sirviera para abrir los ojos a muchos y sembrar, al menos, la duda en millones de personas y más allá de una generación. Un signo que sirviera para concienciar en primer término a la sociedad de su época acerca de la realidad de la existencia del demonio y el poder del exorcismo. Y en segundo término, para concienciar de la existencia de Dios, de la posibilidad de condenarse, de lo que es el pecado, del poder de la Iglesia.

         Aunque la película El Exorcista acaba con la muerte del sacerdote, cosa que no ocurrió en la realidad, no tengo la menor duda de que la novela primero y sobre todo la película fueron instrumentos que entraban en el plan de Dios para dar un mensaje que El quería dar.


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