Las reliquias de los santos atormentan a los demonios porque están llenas de la unción espiritual de esos santos.


Un crucifijo atormenta al demonio, incluso aunque no esté bendecido, porque le recuerda su derrota en el Calvario y el triunfo de Dios; le recuerda que Él será su juez en el Juicio Final, etc.


Lo mismo es válido para todas las imágenes religiosas, le atormentan por lo que le recuerdan aun sin estar bendecidas. Y todavía más si en la bendición expresamente se pidió a Dios que repelieran a los demonios.


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