
La liturgia celebra en este día la fiesta de la Cátedra de San Pedro. Se trata de una tradición muy antigua en Roma (siglo III), con la que se da gracias a Dios por la misión encomendada al apóstol san Pedro y a sus sucesores.
La "cátedra", literalmente, es la sede fija del obispo, puesta en la iglesia madre de una diócesis, que por eso se llama "catedral", y es el símbolo de la autoridad del obispo y de la enseñanza evangélica que, como sucesor de los Apóstoles, está llamado a conservar y transmitir a la comunidad cristiana. En la Basílica de San Pedro del Vaticano, es el trono de madera que se identifica con la cátedra de obispo, perteneciente a San Pedro como primer obispo de Roma. Este trono se conserva como una reliquia, dentro de una magnífica composición barroca, obra de Gian Lorenzo Bernini, y construida entre 1656 y 1666.
Hasta 1960 hubo dos fiestas de la Cátedra de San Pedro: el 18 de enero (referida a la sede de Roma) y otra el 22 de febrero (referida a la sede de Antioquía). En 1960, Juan XXIII unificó ambas fiestas en este día, suprimiendo así la del 18 de enero.
Cristo mismo confirió al apóstol Pedro la autoridad pastoral y magisterial, como recuerda el Evangelio elegido por la liturgia para esta fiesta.
Del Evangelio según San Mateo
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?».
Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas».
«Y ustedes -les preguntó-, ¿quién dicen que soy?».
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Y Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Yo te dará las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo». (Mt 16,13-19)
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