
La Orden de los Siervos de María (oficialmente en latín: Ordo Servorum Mariae), también conocida como Orden de los Servitas, es una orden religiosa católica de vida apostólica y de derecho pontificio, fundada por una compañía de siete hombres (conocidos como "los Siete santos fundadores") el 15 de agosto de 1233 en Florencia (Italia).
Sus nombres eran: Bonfilio Monaldi, Juan Bonagiunta Monetti, Benito Manetto dell’Antella, Bartolomé Amadio degli Amidei, Gerardino Sostegno Sostegni, Ricovero Ugoccione dei Lippi-Uguccioni y Alejo Falconieri. Los siete nacieron en Florencia.
Todo empezó cuando el 15 de agosto de 1233 (fiesta de la Asunción de María) la Virgen se apareció a los siete.
La Madre de Dios les pidió que renunciasen al mundo y se consagrasen al servicio de Cristo y los más necesitados. Por aquel entonces ya eran parte de una cofradía o asociación de fieles laicos llamada los ‘Laudesi’, o Laudenses, en la que habían aprendido la piedad filial.
Ahora, la Madre de Dios en persona les pedía que asumieran un reto mayor.
Así, los siete repartieron todo su dinero entre los pobres y se retiraron al Monte Senario, cerca de la ciudad de Florencia. Allí construyeron una Iglesia y una ermita, en la que vivieron austeramente por años.
El Sumo Pontífice, tras haber tomado noticia del buen obrar de los jóvenes, los convocó y les solicitó que fueran ordenados sacerdotes. Todos excepto Alejo Falconieri, el menor del grupo, que por humildad, prefirió permanecer en condición de “hermano”.
En 1239, ‘los siete’ fundaron la Orden de los Siervos de María, después de que la Virgen se les apareciese nuevamente, pidiéndoles que acojiesen las reglas de San Agustín para la vida en común.
La Virgen les mostró también el hábito que habrían de usar (de color gris oscuro), recomendándoles que lo llevasen en memoria de la Pasión de su Hijo.
Para el año siguiente, 1240, los servitas ya se habían hecho conocidos en toda Florencia e iban extendiendo rápidamente su obra, llegando a fundar otros conventos e iglesias.
Sin embargo, años más tarde, la Orden estuvo a punto de ser abolida cuando el Concilio de Lyon, en 1247, decreta la supresión de las Órdenes mendicantes. Providencialmente Filippo Benizi, futuro prior general de los Servitas, obtiene el reconocimiento pontificio, salvando así a la Orden de la disolución.
Los Siervos de María fueron reconocidos por la Santa Sede en el año 1304, por obra de Benedicto XI.
La característica de esta congregación es la devoción y dedicación a la Santísima Virgen, la vida en soledad y el retiro.
Los servitas solían recibir a mucha gente angustiada o sufriente a quienes daban consejo y consuelo.
Su fama de santidad se extendió en gran parte porque sus miembros habían dejado atrás su prestigio y sus riquezas para seguir a María en su misión de hacer crecer a la Iglesia en oración y fortalecer su unidad.
Su memoria se conmemora el 17 de febrero, día en el que murió el último de sus miembros, Alejo Falconieri, en 1310.
En 1888, León XIII canonizó juntos a los siete padres fundadores.
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