
Bruno (Colonia, Alemania; c. 1030 - +Calabria, Reino de Sicilia; 6 de octubre de 1101) fue un sacerdote alemán, fundador de la orden religiosa contemplativa de los Cartujos. Es, además, el co-titular del Oratorio, junto con Santa Teresa de Jesús.
Siendo muy joven, dejó su ciudad natal para dirigirse a la ciudad francesa de Reims. Allí hizo estudios de trivium, cuadrivium, y teología, destacándose como un excelente alumno.
Con 26 años pasó a ser el director de la Escuela de la Catedral de Reims, Francia. Fue también canónigo de la catedral de Reims, y el arzobispo de Reims lo nombró canciller-secretario de la archidiócesis.
Sintiéndose llamado a la vocación monástica abandonó Reims, y buscó un lugar solitario donde pudiera llevar una vida eremítica.
Tras viajar a Molesmes, donde San Roberto (el que sería el futuro fundador de la Orden del Cister en 1098) vivía con otros monjes una vida en comunidad, decidió abandonarla al sentirse fuertemente atraído por una vida radicalmente solitaria, una vida eremítica, por lo que se iría más hacia el sur, hacia Grenoble, junto a los Alpes, atraído por la fama de santidad del obispo Hugo (San Hugo de Grenoble, a quien los cartujos consideran como cofundador de su Orden).
Hugo recibe a san Bruno y a los seis compañeros que traía con él, y que serán los primeros siete monjes cartujos, simbolizados en el escudo de la Orden por siete estrellas.
Tras escucharlos los conduciría a un lugar extremadamente solitario en su diócesis: las montañas de Chartreuse.
Allí, Bruno y sus seis primeros compañeros iniciarían la forma de vida eremítica que, con el tiempo, sería la Sagrada Orden de la Cartuja.
El nombre de la Orden deriva del nombre del lugar (Chartreuse, en francés; Cartusia, en latín).
La entrada de San Bruno en el desierto de Chartreuse se da en torno a la solemnidad de San Juan Bautista (24 de junio) de 1084. Tenía entonces cerca de 53 años.
En ese lugar, San Bruno irá creando progresivamente un modo muy particular de vivir la vida monástica, que compagina una gran parte de la vida eremítica con una vivencia en comunidad.
Los cartujos se establecen como una familia monástica, una comunidad de solitarios para Dios:
Cada monje vive solo en su celda, de donde sale sólo para las largas vigilias nocturnas (Maitines y Laudes), para las Vísperas y algunos días para la celebración de la Santa Misa, por la mañana.
La Santa Misa y estas Horas principales del Oficio Divino (el Opus Dei, la Obra de Dios, por excelencia) se celebran en la pequeña iglesia conventual de piedra, mientras las celdas, de madera, se disponen unas cerca de las otras y unidas entre sí y con los espacios comunes (iglesia, capítulo, refectorio) al modo de un pequeño claustro, que protegía a los monjes de las frecuentes nieves y que les permitía acudir a las reuniones conventuales.
Cada celda (como aún sucede hoy día en las cartujas que sobreviven en el mundo) poseía una pequeña estufa de leña, que permitía a los cartujos defenderse de los rigores del frío, tan intenso en aquellos parajes.
San Pedro el Venerable, ilustre abad de Cluny y amigo de los cartujos, describe la vida de los cartujos, semejante al de los Padres del Desierto:
"Allí no cesan de dedicarse al silencio, a la lectura, a la oración y también al trabajo manual, sobre todo a la copia de libros. Es en sus celdas que a la señal dada por la campana de la iglesia cumplen con una parte de la oración canónica. Para Vísperas y Maitines todos se reúnen en la iglesia. Ciertos días de fiesta cambian este ritmo de vida… Toman entonces dos comidas, cantan en la iglesia todas las Horas regulares y todos sin excepción toman la comida en el refectorio".

En el año 1090, después de su vida solitaria en Chartreuse, su antiguo alumno en Reims y sumo pontífice, Urbano II, lo reclama a Roma para que le ayude en la prosecución de la Reforma Gregoriana, impulsada por por su antecesor, Gregorio VII, de quien la reforma toma el nombre.
Por obediencia a Urbano, Bruno deja la Cartuja y marcha a Roma, pero no termina por adaptarse al ambiente de la curia, por lo que convence a Urbano II para que confirme en él la existencia de una llamada divina a la vida monástica contemplativa vivida en total soledad.
Así, al año de llegar a Roma, en 1091, Urbano II le concede el poder retirarse de nuevo a vivir una vida totalmente eremítica, pero con la condición de que no salga de Italia.
San Bruno se retira a la región de Calabria donde funda su segunda Cartuja, Santa María della Torre, recuperando así su amada soledad.
Allí viviría sus diez últimos años de vida en la tierra, viviendo como siempre había querido: en continua penitencia, caridad y oración contemplativa hasta su muerte el domingo 6 de octubre del año 1101.
San Bruno fue beatificado por medio de un "oráculo de viva voz", a petición de los cartujos, por el papa León X, el 19 de julio de 1514, y canonizado en 1623 por el papa Gregorio XV, por el procedimiento de canonización equivalente o extraordinaria.
El 9 de octubre de 2011 Benedicto XVI, con ocasión de su peregrinación a la Cartuja de Sierra san Bruno, lo recordó así:
"El monje, dejándolo todo, por así decirlo, corre el riesgo de exponerse a la soledad y al silencio para vivir sólo de lo esencial, y precisamente viviendo de lo esencial encuentra también una profunda comunión con sus hermanos, con cada hombre".
La iconografía le presenta vestido con el hábito blanco de los cartujos. Sus atributos son una estrella en el pecho, en recuerdo de la visión de san Hugo, quien fuera avisado por siete estrellas de la llegada de los primeros siete cartujos; la mitra y el báculo bajo los pies, símbolo de su desprecio a las jerarquías de este mundo; una calavera ante la que medita; un crucifijo arborescente, porque gracias a él la cruz de Cristo fue plantada en la soledad boscosa de la cartuja; o una rama de olivo, que alude al salmo 51: "Ego sicvt oliva frvctifera in domo dei" (Yo seré como olivo fructífero en la casa de Dios).


Añadir comentario
Comentarios