

HECHOS DE LOS APÓSTOLES 1, 12-14
Después de que Jesús fue levantado al cielo, los apóstoles volvieron a Jerusalén, desde el monte que llaman de los Olivos, que dista de Jerusalén lo que se permite caminar en sábado.
Cuando llegaron, subieron a la sala superior, donde se alojaban: Pedro y Juan y Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el de Alfeo y Simón el Zelotes y Judas el de Santiago.
Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres y María, la madre de Jesús, y con sus hermanos.
Salmo 26,1.3.4.5
R/. El Señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R/.
Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo. R/.
Una cosa pido al Señor, eso buscaré:
habitar en la casa del Señor por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R/.
El me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca. R/.
SEGUNDA CARTA A TIMOTEO 2, 8-13
Querido hermano:
Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David, según mi evangelio, por el que padezco hasta llevar cadenas, como un malhechor, pero la palabra de Dios no está encadenada.
Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación y la gloria eterna en Cristo Jesús.
Es palabra digna de crédito: Pues si morimos con él, también viviremos con él; si perseveramos, también viviremos con él; si lo negamos, también él nos negará.
Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo.
evangelio según san Lucas 11, 27-28
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío levantando la voz, le dijo:
«Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron».
Pero él dijo:
+ «Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».
LA REFLEXIÓN DE HOY
Hoy celebramos con gozo a la Santísima Virgen del Pilar, patrona de España y Madre de todos los creyentes. Ella, firme como la columna sobre la que se apareció al apóstol Santiago, es también para nosotros el pilar de la fe, la esperanza y amor. En este día, las lecturas nos iluminan para comprender el papel de María en la vida de la Iglesia.
En la primera lectura vemos a los discípulos reunidos en oración “junto con María, la madre de Jesús”, que los acompaña con su presencia y oración. Así también hoy, María nos acompaña, sosteniendo la fe de quienes se sienten cansados y agobiados. Porque María no se aleja: permanece firme junto a sus hijos, como firme es el Pilar que la sostiene junto al río Ebro.
Es la misma firmeza y confianza de la que nos habla el Salmo: “El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?”. Esa misma confianza es la que María vivió. Su vida fue una entrega total y sin miedo a Dios, incluso en los momentos de oscuridad y dolor. Si algo nos enseña María, es a poner toda nuestra seguridad en Dios.
En la 2ª lectura, san Pablo a través de Timoteo, también se dirige a nosotros: “Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos”. Ese recuerdo es una invitación a mantenernos fieles en la fe, aun en medio de las dificultades, sabiendo que nuestra meta final es la misma que Jesucristo. María fue la primera en recordarle, la primera en creer sin haber visto, la primera en confiar plenamente en la promesa de la resurrección.
Y en el Evangelio, cuando una mujer del pueblo alaba a la madre de Jesús, Él responde: “Dichosos más bien los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”. Con estas palabras, lejos de pensar que Jesús está rechazando a su madre, lo que está haciendo es revelar la verdadera grandeza de María: que ella fue dichosa precisamente porque escuchó la Palabra de Dios, fue fiel a ella, y la cumplió.
Hoy, en esta Solemnidad de la Virgen del Pilar, se nos invita a imitar su fe firme, su disponibilidad de corazón, y su constante fidelidad.
Que nuestra devoción no sea solo una tradición exterior, sino también una respuesta interior: poner a Cristo en el centro de nuestra vida, como hizo María.
Que la Santísima Virgen del Pilar siga siendo la columna que sostiene nuestra fe.
Que sea la luz que guía a nuestro país.
Y que sea la madre que intercede por todos nosotros ante su Hijo.
P. Marco A. Antón O.S.S.A.+
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