LOS PADRES:
POSTULANTES, NOVICIOS Y PROFESOS.

El mínimo de edad que se requiere para ingresar en la Orden y empezar el noviciado es de dieciocho años.
A su llegada a la Cartuja, descansa un día o dos en la hospedería, y, si lo estima conveniente, puede practicar allí la semana de ejercicios que habría de hacer al principio o al fin de su postulantado. Tras de esto, el Padre Maestro de Novicios le conduce a la celda que le haya sido destinada, donde le lava los pies, rezando mientras el salmo Miserere. Aquí empieza el mes del postulantado; durante el cual conserva el traje secular, sobre el que se pone una capa negra para asistir a los Oficios y demás actos de Comunidad.
Pasado este mes de prueba, le presenta al Padre Prior para la toma de hábito a los Profesos de votos solemnes, en el Capítulo. Lo primero le hace una breve exhortación en latín, oída la cual el Postulante se retira a la iglesia, y allí está postrado en las gradas del presbiterio mientras los Padres deliberan sobre su admisión y emiten su voto.
Si la mayoría de los votos le ha sido favorable, el Padre Maestro sale en busca suya., y acompañado de él, de los Novicios y de los Profesos de votos simples entra de nuevo en Capítulo; se postra en medio, y así postrado, le pregunta el Padre Prior: "¿Qué pides?" A lo que responde: "Misericordia". – "Levántate". Puesto de pie, hace su demanda en estos términos: "Ruego y suplico que por amor de Dios se me admita, como el más humilde servidor de todos, a la prueba del noviciado bajo el hábito monacal, si a ti, Venerable Padre, y a los demás Venerables Padres, os pareciere bien."
Hecha esta petición, el Padre Prior le dirige una plática, en la que le expone con toda claridad todo cuanto hay de más áspero y penoso en nuestra vida. "¿Te parece," le pregunta al fin, "que podrás soportar la rigidez de una vida tan austera?" –"Así lo espero", contesta humildemente el postulante, "fiado en la misericordia de Dios y las oraciones de los Padres."
Dada esta respuesta, se acerca al Padre Prior; se hinca ante él de rodillas con las manos juntas, que el Padre Prior coge entre las suyas, pronunciando al mismo tiempo la fórmula de admisión: "De parte de Dios y de la Orden, de parte mía y de la de mis Hermanos aquí presentes, te admito entre nosotros y te advierto de paso que antes de la profesión serás dueño de salir el día que te plazca, como lo seremos nosotros de despedirte, si, lo que Dios no permita, tu comportamiento no nos satisfaciese." Dicho esto, le da el beso de paz, que por turno le dan después los demás religiosos, ante cada uno de los cuales se arrodilla para recibirlo.
Vuelto a la celda, una hora antes del toque de Vísperas le afeitan la cabeza; él mismo, sin asistencia de nadie, viste su hábito blanco, y con la cogulla corta de Novicio, blanca también, al brazo, va con el Padre Maestro a la celda del Padre Vicario, donde reza con él las Vísperas de la Virgen; concluidas las cuales, el Padre Vicario le quita la capa, le pone la cogulla, echa sobre sus hombros una capa del mismo color y hechura que la otra que le ha quitado, pero con capuchón, y así revestido, va a la iglesia, se postra en las gradas del presbiterio y allí espera la llegada de la Comunidad a Vísperas.
Entretanto, el Padre Prior se pone la cogulla eclesiástica en la sacristía, de donde sale entrados los religiosos en la iglesia; va al último asiento del coro derecho, y arrodillándose allí mismo al tiempo que la Comunidad, el Cantor entona la antífona Veni, Sancte Spiritus.

Concluido el canto, la Comunidad acompaña procesionalmente al Novicio a la celda. El Padre Prior abre la marcha; en pos de él va el Procurador con el acetre del agua bendita; detrás, el Novicio, a quien siguen, entonando salmos, los demás religiosos. Al llegar a la celda, se adelanta el Novicio para abrirla; el Padre Prior, tomando el aspersorio, asperja la celda y al Novicio, y, cogiéndole de la mano, le lleva a su oratorio, donde el Novicio se pone de rodillas.
Reunida la Comunidad en la celda, se interrumpe el canto, y el Padre Prior recita unas oraciones en que se pide a Dios que confirme al nuevo Novicio en su santo propósito y le conceda el don de la perseverancia.
Dichas estas oraciones le impone el nombre que ha de llevar en la religión, le encomienda a la dirección y vigilancia del Padre Maestro, sale de la celda, seguido de la Comunidad, se vuelven todos en el mismo orden que vinieron a la iglesia, donde el Novicio empieza a tomar la parte que le corresponde en los Oficios. Transcurrido el año de Noviciado, se hace la primera profesión, o sea, la de votos simples.
Tres o cuatro semanas antes, en un domingo o día de fiesta, se presenta el Novicio, después de Nona, en el Capítulo, y pide en la misma forma que para la toma de hábito, ser admitido a la profesión.
A continuación el Padre Maestro da su informe acerca de la conducta del Novicio durante su tiempo de prueba; se delibera sobre si se le ha de recibir o no, y el domingo o fiesta siguiente los Profesos de votos solemnes le votan y, si la votación le es favorable, queda admitido a pronunciar los votos temporales por cuatro años, previa demanda del Novicio postrado humildemente en tierra a ser admitido a la profesión.
El Padre Prior, después de mandarle levantar, le dirige una breve plática; la cual terminada, el Novicio se arrodilla delante de él y empieza a leer en voz alta el salmo Conserva me, Domine… Al llegar al Dominus pars hereditatis meae se detiene; el Padre Prior le quita la capa negra y la cogulla corta de Novicio, acompañando la acción con las palabras del Apóstol: "Desnúdese el Señor del hombre viejo con todos sus actos…" y, tomando de manos del Padre Sacristán la cogulla de Profeso, se la pone de Novicio, diciendo al mismo tiempo: "...y revístete del hombre nuevo creado en justicia y santidad de verdad".
Hecho esto, lee el Novicio la fórmula de profesión, escrita de su puño y letra, la entrega al Padre Prior y continúa el salmo Conserva me, Domine, hasta el final. Dicho el Gloria Patri, hace una inclinación al Padre Prior y queda terminado el acto. El Novicio ya es Profeso.
Cuatro años más tarde es la profesión solemne, la cual, previos los mismos requisitos y ceremonias apuntados antes, de la profesión de votos simples, se verifica durante la Misa conventual, que en ese día ha de ser cantada por el propio Padre Prior, o en su defecto, por el Prior de otra Cartuja.
Llegado pues ese día, el que ha de profesar, al Ofertorio, sale de su asiento, se dirige al presbiterio y, de pie bajo las gradas del mismo, canta con voz pausada el versículo Suscipe me, Domine, secundum eloquium tuum, et vivam, et non confundas me ab expectatione mea; lo que repite tres veces, cada vez en tono más alto. El coro contesta en igual tono, repitiendo las tres veces el mismo versículo, que termina con el Gloria Patri.
Acto seguido el futuro Profeso vuelve al coro y, arrodillándose delante de cada una de las sillas de los religiosos, pide con voz suplicante Ora pro me, Pater. Mientras tanto los religiosos, inclinados en sus sillas, oran por el que, al hacer su profesión, quedará ligado perpetuamente a la Orden por el lazo irrompible de los votos.
Vuelto al sitio de donde partió, el Preste baja al altar y, aproximándose a las gradas del presbiterio, bendice solemnemente la nueva cogulla del futuro Profeso y se la impone.
De vuelta al altar, se coloca al lado de la Epístola, y mirando al Preste, el que en aquel instante va a emitir su profesión, canta la fórmula de la misma: "Yo, Fr. N. N., prometo Estabilidad y Obediencia y Conversión de mis costumbres, delante de Dios y de sus Santos y de las reliquias de este Yermo, edificado en honor de Dios y de la Bienaventurada siempre Virgen María y de San Juan Bautista, en presencia de D. N. N., Prior".
Cantada dicha fórmula, besa el borde del altar, la deposita sobre él y se postra para recibir la bendición del celebrante: "Oh, Señor, Cristo Jesús, que eres el camino sin el cual nadie viene al Padre, suplicamos a tu benignísima clemencia que se digne conducir a este tu siervo, despegado ya de todas sus aficiones y deseos terrenales, por el camino de la disciplina regular. Y puesto que has tenido la dignación de llamar a los pecadores diciendo: Venid a Mí todos los que os sentís agobiados por el peso de la carga y Yo os aliviaré, haz que esa voz de tu divino llamamiento obre eficazmente en este siervo tuyo, que le haga sacudir la carga de sus pecados y gustar cuán suave eres a los que te aman, merezca ser alimentado de tu Cuerpo y Sangre preciosísimos. Y así como te has dignado atestiguar de tus ovejas, que escuchan la voz de su pastor, haz que de tal manera te reconozca a Ti por Pastor suyo, que no siga al extraño ni escuche su voz."
Recibida la bendición y la aspersión del agua bendita, vuelve a ocupar su silla en el coro hasta el momento de la Comunión, que recibe de mano del Prior, aunque sea sacerdote; pues en ese día no le es permitido decir Misa.
Al pie de la fórmula de la profesión, hace constar la fecha de la misma, con el nombre de la Cartuja donde se verificó, y en lugar de la firma traza una Cruz, con lo que da a entender que dese ese día ha muerto para vivir, como dice el Apóstol, "una vida escondida con Cristo en Dios."
LOS HERMANOS:
POSTULANTES, DONADOS Y CONVERSOS.

Para los Hermanos, la edad de ingreso en la Orden es la misma que para los Padres, dieciocho años; pero el tiempo de la aprobación es mucho más largo. Lo primero están un año de Postulantes, transcurrido el cual empieza el noviciado de "Donados", que dura otro año; al finalizar éste hacen su "Donación", que consiste en la promesa que, escrita y firmada de su puño, lee el mismo interesado ante el Prior y la Comunidad de Hermanos, en la cual se "dona" a la Orden, sujetándose en todo a la voluntad de sus Superiores.
Algunos hermanos, sea por falta de salud o de las cualidades que se requieren para ser Converso, no pasan más adelante y permanecen en ese estado toda la vida.
Los que aspiran a mas, terminado el plazo de la donación, que es de cinco años, empiezan el noviciado de Conversos, que dura un año, al cual sigue la profesión de votos simples, que dura tres, terminados los cuales hacen su profesión solemne. Total: once años de prueba antes de ligarse a la Orden de modo definitivo e irrevocable.
El oficio y principal deber de los Hermanos es emplearse con toda diligencia, bajo la dirección del Procurador, en cualquiera clase de trabajos, según les fuere mandado. Pero de tal modo que no les sea obstáculo ni estorbo para el cumplimiento de sus prácticas piadosas.
La Regla del silencio les obliga a los Hermanos lo mismo que a los Padres; no obstante, cuando varios trabajan juntos, ya sea en el campo o en cualquiera de las oficinas o dependencias de la casa, les es permitido hablar.
Para sus ejercicios piadosos de mañana y tarde tiene su propia capilla, donde diariamente el Padre Procurador les dice la Misa y administra la santa Comunión. A la iglesia, en los días ordinarios, no asisten más que a Maitines, excepto los sábados y la vigilia de las fiestas de guardar, en que los Conversos asisten a Vísperas. El mismo día de la fiesta, Conversos y Donados concurren a la iglesia y asisten en su coro a todos los oficios.

Los domingos y días festivos son para los Hermanos de absoluto silencio y retiro en sus respectivas celdas, de las que no salen si no es para ir a la iglesia y a los actos que tienen en su capilla, donde, después de Nona, rezan el santo Rosario; a continuación del cual, desde el primero de noviembre hasta Pascua de Resurrección, les tiene el Procurador una breve plática de sus Estatutos; y desde Pascua de Resurrección hasta noviembre les predica un pequeño sermón, generalmente sobre el Evangelio; a las dos y media, los domingos, es la explicación del catecismo, que dura hora y media.
Fuera de eso, les da todos los jueves por la tarde una conferencia de media hora acerca de algún punto de ascética o mística relacionado con el estado religioso.
En todo lo demás reciben el mismo trato que los Padres. Unos y otros practican las mismas observancias, cuya rigidez admite en ciertos casos alguna mitigación con respecto a los Hermanos, como en la vigilia nocturna, bastante más corta la de éstos que la de los Padres; y en lo referente a los ayunos de Orden, en los que a los Hermanos se les concede, en consideración a su trabajo de todo el día, una escudilla de sopas o patatas, o un plato de legumbres.

En cambio, paseos fuera de la clausura no tienen más que tres o cuatro al año, pues ocupados toda la semana en sus labores, no tienen necesidad como los Padres de ese esparcimiento semanal.
En resumidas cuentas, la vida de los Hermanos, físicamente es mas trabajosa, pero moralmente mas descansada y, humanamente hablando, mas fácil y llevadera que la de los Padres. Su horario es muy uniforme y muy sencillo.
En los días feriales, a las cuatro y media o cinco menos cuarto se levantan. Un cuarto de hora después van a la capilla, donde tienen su oración o meditación, a la que sigue la Misa, precedida de las letanías de los Santos y seguida de las del Nombre de Jesús o del Sagrado Corazón. A las seis y cuarto vuelven a la celda, y a las siete o siete menos cuarto cada cual se dirige a sus ocupaciones, hasta la hora de comer.
A las doce o la una van de nuevo a su trabajo. A las tres, los Hermanos Conversos interrumpen su labor y se recogen un ratito en su celda para rezar el Oficio de Vísperas y Completas. A las cinco y cuarto se retiran del trabajo, hacen una visita al Santísimo Sacramento, y a las cinco y media van a su capilla para la oración y preces vespertinas; a las seis rezan el Angelus, toman su cena, y a las siete se acuestan, para levantarse un cuarto de hora antes de Maitines, a las once u once y media.
El hábito de los Conversos es del mismo color y hechura que el de los Padres, con la sola diferencia que la cogulla es más corta, redondeada en los extremos y sin bandas. Este mismo hábito blanco gastan los Donados, pero sólo en los días de fiesta; el ordinario es de color castaño y sin cogulla, a la que reemplaza una caperuza cuya planta llega un poco más debajo de la cintura. Los primeros llevan la cabeza rapada y en señal de penitencia se dejan toda la barba, sin que nunca se la recorten, lo que expresamente tienen prohibido.

Unidos a los Padres por el lazo común de los votos y la mutua comunicación e intercambio de servicios, al morir tiene derecho a los mismos sufragios: seis misas por cada Padre o Hermano profeso de la propia casa y de las casas asociadas, un tricenario que en las dichas casas empieza a celebrarse a raíz de su muerte, un aniversario perpetuo, y una misa en todas las demás casas de la Orden.
EL PRIOR Y SUS OFICIALES

Padres y Hermanos forman dos Comunidades bajo el mismo Superior, que es el Prior de la casa, en quien reside toda autoridad.
El Prior es nombrado por un tiempo indefinido por el Capítulo General o por su representante el Rdo. Padre. Los Estatutos conceden al Prior amplias facultades en lo que toca al gobierno de la casa y a la interpretación y aplicación de los mismos.
Ni en la manera de vestir, ni en la manera de tratarse, haya nada que distinga al Prior de los otros monjes, sujeto como cualquiera de ellos a todas las observancias de la Regla.
Su único privilegio consiste en ser él quien en la fiesta de las tres Pascuas, Natividad, Resurrección y Pentecostés, celebra la Misa conventual, comulgando de su mano lo mismo a los Hermanos que a los Padres.
Al Prior corresponde igualmente la Misa conventual de Jueves Santo, Corpus Christi, San Bruno, la de la profesión solemne de cualquier monje o Converso, y la de la sepultura el día en que se entierra a algún religioso.
La elección del Prior, cuando es la Comunidad la que le elige, la hacen los Profesos del monasterio en que se verifica. Para poder ser elector se requiere llevar cuatro años de Profeso, haber recibido las Sagradas Ordenes, y residir en el monasterio donde se ha nacido a la vida cartujana.
Para ayudarle en el desempeño de su cargo el Prior con los "Oficiales" de la casa: Vicario, Procurador, Sacristán, Maestro de Novicios y Coadjutor.
El "Vicario" le representa y substituye cuando él falta. Es el hombre de confianza del Prior y su brazo derecho.
El "Procurador" es el encargado de administrar los bienes del monasterio bajo las órdenes y dirección inmediata del Prior. El es el Superior inmediato de los Conversos.
El "Sacristán" cuida de los ornamentos de la iglesia y de las capillas, de los vasos sagrados y de todo lo concerniente al culto divino.
El "Maestro de Novicios" forma en la vida cartujana a los Postulantes y Novicios, y en perfeccionar más cada día esa misma formación en los Profesos de votos simples.
El "Coadjutor", en las Cartujas que lo hay, es quien recibe a las personas de fuera que vienen a visitar la casa, o a tener en ella algunos días de retiro.

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