
“CARTUSIA NUNQUAM REFORMATA...”
LO QUE HA HECHO INNECESARIA LA REFORMA
Conocido es el axioma: "La Cartuja nunca ha sido reformada, porque nunca ha sido deformada". Lo de no haber sido nunca reformada es un hecho indiscutible, como se reconoce en la citada Bula Umbratilem, lo cual no deja de ser un hecho extraordinario, único en la historia de las Ordenes antiguas.
Este raro ejemplar de fidelidad en la observancia de la Regla lo explica a su modo el refrán “La Cartuja se mantiene en vigor, mediante la soledad, el silencio, el Capítulo y las visitas”
EL CAPÍTULO
La soledad y el silencio forman como el propio ambiente dentro del cual la observancia cartujana se desenvuelve y mantiene; pero la conservación inalterable de la misma se debe al Capítulo y a las Visitas. El primero, desde su institución en el año 1151, se ha reunido anualmente hasta hace poco, que se obtuvo de Roma la dispensa ad tempus, para convocarlo cada dos años.
LAS VISITAS
Las Visitas vienen a completar la obra del Capítulo. Los Visitadores son nombrados por el Capítulo según el número de Provincias, y por un tiempo indefinido. Cada dos años hacen la Visita canónica a todas las Cartujas; interrogan con todo cuidado y diligencia, lo mismo a Padres que a Hermanos; se informa minuciosamente de la administración y gobierno de las casas, así en lo espiritual como en lo temporal; de la conducta de los religiosos, de los abusos, si existen, y de las más pequeñas transgresiones de la Regla. Resuelven las dudas que se les presentan; dan luz y consejo a quienes se lo piden; consuelan a los afligidos, y animan a todos al cumplimiento de los Estatutos.
Terminado el largo escrutinio, a los que hayan sido acusados de alguna falta se les hacen, en particular, las advertencias convenientes; y, el último día de la Visita, reunida la Comunidad en el Capítulo, los Visitadores dan lectura de las ordenaciones y admoniciones que hayan juzgado necesario hacer. Y para que nadie pueda alegar ignorancia u olvido, cada año se repite dos veces la lectura de estas ordenaciones y admoniciones en los días que para ello indica el calendario.
LA SOLEDAD.
EL SILENCIO.

Si a la visita y al Capítulo se debe el que la observancia se mantenga en todo su vigor, lo que más facilita y allana la práctica de la misma, es la soledad y el silencio. A nadie con más propiedad que el cartujo se puede aplicar el texto de Jeremías: "Se mantendrá solo y callado". En estas breves palabras se resume y retrata la vida del cartujo.
La soledad es el medio que más eficazmente dispone al alma para la contemplación, que es el fin a que esta vida se ordena y a cuya consecución todo en ella está supeditado. Pero la soledad exterior no basta; se requiere además la soledad interior, la de espíritu. Sin ella, la del cuerpo nada serviría, en la que se haría esta vida intolerable, y se convertiría en calabozo la celda del cartujo, en la que viviría no como solitaria, sino más bien como verdadero prisionero.
Esta soledad interior, junto con la exterior, es lo que constituye el fondo y manera peculiar de ser de la vida cartujana.

Esa paz y perfecta libertad de espíritu, y esa desestima de cuanto el mundo aprecia, no puede menos de llegar a sentirla el verdadero cartujo, que consagra, siguiendo el espíritu de su Regla, toda la atención a la única cosa necesaria de que se nos habla en el Evangelio, a cuyo logro todo en este vida le sirve de ayuda y de estímulo.

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