
Pío X, de nombre secular Giuseppe Melchiorre Sarto (Riese, 2 de junio de 1835 - +Roma, 20 de agosto de 1914) fue el 257º Papa de la historia de la Iglesia católica de Roma.
A la muerte de su padre, y con la edad de 17, años habría podido tomar su puesto de trabajo en el Municipio, pero su madre lo ayudó a seguir su vocación, trabajando ella, día y noche, para ir tirando.
Amaba estudiar, gozaba de óptima salud, era afable y tenaz, y su vida rica en obras de caridad. Fue capellán, párroco, director espiritual del Seminario, después Obispo de Mantua, Patriarca de Venecia y, finalmente, elegido Papa.
Cuentan los hagiógrafos que, al tercer día de Cónclave, ninguno de los Cardenales alcanzaba la mayoría necesaria para su elección; hizo lo imposible por disuadir a los Cardenales electores de que no le tomasen en cuenta, pero cuanto mas lo suplicaba, más miradas empezaron a volverse hacia él. Muchos cardenales, incluso aquellos que hasta entonces no le conocían muy bien, vieron detrás de su sencillez y humildad a un hombre con una enorme potencia sobrenatural. Así pues, de una forma imprevista y en contra de lo esperado, fue el elegido para suceder a León XIII en la Cátedra de Pedro.
Su primer acto como sumo pontífice fue el de abolir el “veto laical”: una especie de derecho alegado por algunas monarquías europeas, con la Constitución Commissum nobis.
La preocupación de Pío X fue la de difundir la catequesis entre los cristianos, de la mejor manera posible.
Entre las características más conocidas de su Pontificado, se encuentra la oposición al modernismo y a las leyes anticristianas en Francia, el inicio de la reforma del Derecho canónico, la reforma de la Curia Romana y la anticipación de la edad de la primera comunión en torno a los siete años.
También en Italia procedió a la distensión de las restricciones del Non expedit de Pío IX, es decir: la prohibición, para los católicos italianos, de participar en la vida política.
También favoreció la renovación de la Liturgia, el movimiento bíblico y dio al canto gregoriano la preeminencia.
En el corazón de todo ello puso la participación en la Eucaristía. Todo esto para mostrar algunas pinceladas dada la riqueza de intervenciones en su Pontificado.
Pío X falleció en el Palacio Apostólico de Roma el 20 de agosto de 1914, a los 79 años de edad, a causa de un infarto agudo de miocardio. Casualmente, el mismo día de su deceso ocurrió el del 25.º superior general de la Compañía de Jesús, Franz Xaver Wernz.
Fue enterrado en las grutas vaticanas, donde permanecieron sus restos hasta que, en 1951, fueron trasladados al altar de la capilla de la Presentación de la basílica vaticana, donde están expuestos a la veneración de los fieles.
En su epitafio se lee: Su tiara estaba formada por tres coronas: pobreza, humildad y bondad.
La Fraternidad Sacerdotal San Pío X, fundada por el arzobispo Marcel Lefebvre, lleva su nombre y se halla bajo su patronazgo.
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