
La Conversión de San Pablo, o caída en el camino de Damasco, son denominaciones de un episodio del Nuevo Testamento (Hechos de los apóstoles 9, 1-18; y 1ª Carta a los corintios 15, 8-9), donde se relata la conversión de Saulo de Tarso al cristianismo.
Viajando hacia Damasco, cuando aún maquinaba amenazas de muerte contra los discípulos de Cristo, el mismo Jesús se le reveló en el camino, y le eligió para que, lleno del Espíritu Santo, anunciase el Evangelio a los gentiles.
Durante el mediodía de su viaje , un resplandor del cielo lo rodeó y Saulo cayó en tierra. Del rompimiento de la nubes escuchó la voz de Cristo diciendo "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" (Hch. 9:4), a lo que Saulo respondió «"¿Quién eres, Señor?"». Jesús le dijo: "Yo soy Jesús el Nazareno, a quien tú persigues." Saulo respondió diciendo "¿Qué haré, Señor?" y Jesús habló por última vez: "Levántate, ve a Damasco, y allí se te dirá todo lo que tienes que hacer." (Hch. 9:5-6) y (Hch. 22:6-10).
Los hombres que iban con él se habían detenido mudos de espanto, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, y aunque tenía los ojos abiertos no veía nada. Lo llevaron de la mano y lo hicieron entrar en Damasco. Pasó tres días sin comer y sin beber.
Había en Damasco un discípulo llamado Ananías. El Señor le dijo en una visión: ¡Ananías! El respondió: "Aquí estoy Señor" y el Señor le dijo:
"Levántate. Vete a la calle Recta y pregunta en la casa de Judas por uno de Tarso que se llama Saulo; mira: él está en oración y está viendo que un hombre llamado Ananías entra y le coloca las manos sobre la cabeza y le devuelve la vista".
Respondió Ananías y dijo:
"Señor, he oído a muchos hablar de ese hombre y de los males que ha causado a tus seguidores en Jerusalén, y que ha venido aquí con poderes de los Sumos Sacerdotes para llevar presos a todos los que creen en tu nombre".
El Señor le respondió:
"Vete, pues a éste lo he elegido como un instrumento para que lleve mi nombre ante los que no conocen la verdadera religión y ante los gobernantes y ante los hijos de Israel. Yo le mostraré todo lo que tendrá que padecer por mi nombre".
Fue Ananías. Entró en la casa. Le colocó sus manos sobre la cabeza y le dijo:
"Hermano Saulo: me ha enviado a ti el Señor Jesús, el que se te apareció en el camino por donde venías. Y me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo".
Al instante se le cayeron de los ojos unas como escamas y recobró la vista. Se levantó y fue bautizado. Tomó alimento y recobró las fuerzas.
Estuvo algunos días con los discípulos de Damasco y enseguida se puso a predicar en favor de Jesús, en las sinagogas o casas de oración, y decía que Jesús es el Hijo de Dios. Todos los que lo escuchaban quedaban admirados y decían:
"¿No es éste el que en Jerusalén perseguía tan violentamente a los que invocaban el nombre de Jesús? Y ¿No lo habían enviado los Sumos Sacerdotes con cartas de recomendación para que se llevara presos y encadenados a los que siguen esa religión?"
Pero Saulo seguía predicando y demostraba a muchos que Jesús es el Mesías, el salvador del mundo.
Saulo se cambió el nombre por el de Pablo. Y en la carta a los Gálatas dice:
"Cuando Aquél que me llamó por su gracia me envió a que lo anunciara entre los que no conocían la verdadera religión, me fui a Arabia, luego volví a Damasco y después de tres años subí a Jerusalén para conocer a Pedro y a Santiago".
Las Iglesias de Judea no me conocían pero decían:
"El que antes nos perseguía, ahora anuncia la buena noticia de la fe, que antes quería destruir".
Y glorificaban a Dios a causa de mí".
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