Cirilo (827 - +869) y Metodio (815 - +885), también conocidos como los "apóstoles de los eslavos", fueron dos hermanos nacidos en la ciudad griega de Tesalónica, en el imperio bizantino, que se convirtieron en misioneros del cristianismo, primero en Quersoneso, ciudad que también formaba parte del Imperio bizantino, y después en el Imperio de la Gran Moravia (imperio medieval en la zona de Europa Central).

Los dos hermanos nacieron en Tesalónica.
Eran hijos de un empleado imperial y conocían el eslavo que se hablaba en Macedonia. Constantino (Cirilo), el más joven, completó sus estudios en Constantinopla bajo el imperio de Focio; después de su ordenación sacerdotal se dedicó a la enseñanza.
Miguel (Metodio) siguió la carrera política, pero cuando lo nombraron gobernador de una provincia bizantina de lengua eslava, renunció al puesto y se hizo monje con el nombre de Metodio.

Tienen el mérito de haber creado un nuevo alfabeto que se llama “cirílico”, precisamente por San Cirilo, ofreciendo al mundo eslavo, con la traducción de la Biblia, del Misal y del Ritual litúrgico, una unidad lingüística y cultural.

En el año 860, el emperador encargó a los dos hermanos la evangelización de los Kazarios, y tres años después llegaron a Moravia (República Checa) por invitación del príncipe Ratislao. Fue aquí donde elaboraron el alfabeto “cirílico” y en donde tradujeron la Biblia y el Misal en lengua eslava. Cirilo y Metodio fueron acusados de cisma y herejía, debiendo viajar a Roma, en donde los recibió Adriano II, que les permitió celebrar los santos misterios en lengua eslava.
Metodio, ordenado sacerdote por el Papa y posteriormente nombrado obispo de Panonia, regresó entre sus eslavos, donde desarrolló una gran labor evangelizadora.

Cirilo falleció en Roma el 14 de febrero del 869 y fue enterrado en la basílica de San Clemente, mártir cuyas reliquias él mismo había llevado a Roma.
Metodio falleció el 6 de abril del año 885 en la ciudad de Velahrad (Checoslovaquia). En su funeral se usó el eslavo junto con el griego y el latín.

Nombrados co-patronos de Europa por Juan Pablo II, que así ofreció a los fieles del mundo el ejemplo de dos predicadores infatigables del mensaje evangélico.


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