San Carlos Borromeo (Arona, Ducado de Milán, 2 de octubre de 1538 - +Milán, 3 de noviembre de 1584) fue un cardenal italiano, arzobispo de Milán y uno de los grandes reformadores católicos de la época postridentina.

Carlos nació en el seno de la rica, noble y muy influyente familia Borromeo.
Fue el segundo hijo de Gilberto y Margarita y, con tan sólo 12 años, recibió el título honorífico de "Comendador" de una Abadía benedictina local. Este título le reportó una renta considerable, aunque ya entonces Carlos decidió dedicar sus bienes a obras de caridad.

A los 22 años su tío, el Papa Pio IV, lo nombró cardenal, y pocos años después sería nombrado obispo y arzobispo a una edad insólita.
Estudió derecho canónico y derecho civil en Pavía y en 1559, a la edad de 21 años, se convirtió en doctor in utroque jure.
Unos años después murió su hermano mayor Federico. Muchos le aconsejaron que dejara los encargos eclesiásticos para ocuparse mejor de los intereses de la familia, pero en cambio sintió que su vocación era la de servir a sus hermanos mediante el ministerio sacerdotal.
En 1563, a la edad de 25 años, fue ordenado sacerdote e inmediatamente después consagrado obispo.
Siendo ya obispo, participó con gran competencia en las etapas finales del Concilio de Trento (1562-1563), convirtiéndose en uno de los principales promotores de la llamada "Contrarreforma" y colaborando en la redacción del "Catecismo Tridentino".

Para poner inmediatamente en práctica las indicaciones del Concilio, que exigía que los Pastores residieran en sus respectivas diócesis, en 1565, a la edad de 27 años, tomó posesión de la Arquidiócesis de Milán, de la que había sido nombrado Arzobispo.
Su dedicación fue total: hizo tres visitas pastorales a todo su extenso territorio, organizándolo en distritos.
Fundó seminarios para ayudar a reformar a los sacerdotes, construyó iglesias, escuelas, colegios, hospitales, estableció la Congregación de los Oblatos, sacerdotes seculares, y donó su patrimonio familiar a los pobres.
Al mismo tiempo, se dedicó a unir la acción y la contemplación para reformar profundamente la Iglesia desde dentro.

Después del cisma provocado por la Reforma luterana, la Iglesia católica se hallaba en un período particularmente crítico; pero Carlos no tuvo miedo de defender la Iglesia contra la interferencia de los poderosos, ni tampoco le faltó valor para renovar las estructuras eclesiales, sancionando y corrigiendo algunas de sus deficiencias.
Consciente de que la reforma de la Iglesia, para ser creíble, debía partir precisamente del testimonio de sus Pastores, Borromeo animó a los sacerdotes, religiosos y diáconos a experimentar la fuerza de la oración y de la penitencia, transformando sus vidas en un verdadero camino de santidad. "Las almas", repetía a menudo, "se conquistan de rodillas".
Su intensa acción pastoral, profundamente estimulada por el amor de Cristo, no le ahorró hostilidades y resistencias. Los llamados "Humillados" -que se oponían a las reformas- organizaron un ataque armado contra él: le dispararon por la espalda con un arcabuz, mientras estaba recogido en oración. Por fortuna, el ataque fracasó y Carlos continuó su misión.

En la década de 1570, la plaga de la peste se extendió tanto que las ciudades de Venecia, Trento y Milán estaban doblegadas por la epidemia y la hambruna, y sólo podían contar con la ayuda de su arzobispo. Carlos no se amedrentó: fiel a su lema episcopal, "Humilitas", entre 1576 y 1577 suspendió las peregrinaciones y visitó, consoló y gastó todos sus bienes para ayudar a los enfermos.

Era muy devoto del Santo Sudario, y desempeñó un papel fundamental para que fuera trasladado de Francia a Italia. Para evitar que tuviera que ir a Francia, en 1578 y al estar muy enfermo, fueron los Duques de Saboya quienes accedieron a transportar la Sábana Santa desde el Castillo de Chambéry, en Francia, a Turín, donde se halla desde entonces.
Aún así, Borromeo hizo una peregrinación a pie caminando durante cuatro días desde Milán hasta Turín, ayunando y rezando, para orar ante la imagen impresa en la Síndone.

Agotado por los grandes esfuerzos afrontados en sus duros viajes y por las diversas pruebas que tuvo que superar en su trabajo pastoral, poco a poco su físico comenzó a ceder y en noviembre de 1584 se rindió.
Fallecía con sólo 46 años, pero dejó un inmenso legado moral y espiritual.
Desde entonces, sus restos descansan en la cripta del Duomo de Milán, en un sepulcro cubierto con sutiles paneles de plata que retratan algunos episodios de su vida.

Fue beatificado en 1602 por Clemente VIII, y canonizado en 1610 por Pablo V.


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