Antonio María Claret y Clará (Sallent de Llobregat, 23 de diciembre de 1807 - +Abadía de Fontfroide, 24 de octubre de 1870) fue un religioso español, misionero apostólico en Cataluña y Canarias (1840-1850), arzobispo de Santiago de Cuba (1850-1859) y confesor de la reina Isabel II de España (1857-1869). También fue fundador de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María (1849) y de la Congregación de las Religiosas de María Inmaculada Misioneras Claretianas (1855).

Ya desde sus primeros años, Antonio dio muestras de una gran inteligencia despejada y buen corazón.
A los cinco años, ya pensaba en la eternidad. Por la noche, sentado en la cama, quedaba impresionado por aquel "siempre, siempre, siempre".
En 1812, dos amores destacaban ya en el pequeño Claret: la Eucaristía y la Virgen. Asistía con atención a la misa; hacía asiduas visitas al Santísimo; iba con frecuencia, acompañado de su hermana Rosa, a la ermita de Fusimaña y rezaba diariamente el rosario.

Toda su adolescencia la pasó en el taller de su padre, donde consiguió llegar a ser maestro en el arte textil. Para perfeccionarse en la fabricación pidió a su padre que le permitiera ir a Barcelona. Allí se matriculó en la Escuela de Artes y Oficios de la Lonja.
Gracias a su tesón e ingenio llegó pronto a superar en calidad y belleza las muestras que llegaban del extranjero. Un grupo de empresarios le propusieron fundar una compañía textil corriendo a cuenta de ellos la financiación y el montaje de la fábrica. Pero inexplicablemente se negó.
Unos cuantos hechos -el haber tropezado con un compañero que acabó en la cárcel, el lazo tentador de la mujer de un amigo, el salir ileso milagrosamente del mar donde había sido arrastrado por una gigantesca ola- le hicieron más sensible a la voz de Dios.
Por fin, las palabras del Evangelio: "¿De qué le vale al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma?" (Mt 16,26), le impresionaron profundamente. Los telares se pararon en seco, se fue a consultar a los oratorianos de San Felipe Neri, tomando finalmente la decisión de hacerse cartujo.
Su decisión de ser sacerdote llegó a oídos del obispo de Vic, que quiso conocerle.
Con 21 años, Antonio salía de Barcelona a principios de septiembre de 1829 camino de Sallent y Vic.

En el seminario de Vic, se formó como seminarista externo. Eligió como su confesor y director al oratoriano P. Pere Bac.
Después de un año tomó la decisión de entrar en la cartuja de Montealegre, pero una tormenta de verano que lo sorprendió en el camino a la cartuja dio al traste con sus planes, dando media vuelta a Vic.
En el seminario Trabó amistad con Jaime Balmes, que se ordenaría de Diácono en la misma ceremonia en que Claret se ordenó de Subdiácono; fue en esta época cuando entró en un profundo contacto con la Biblia, que le impulsaría a un insaciable espíritu apostólico y misionero.

El 13 de junio de 1835, el obispo de Solsona le confería el sagrado orden del Presbiterado. Su primera misa la celebró en la parroquia de Sallent el día 21 de junio, siendo ése su primer destino.

A la muerte de Fernando VII la situación política española se había agravado; los constitucionales, imitadores de la Revolución francesa, se habían adueñado del poder. En las Cortes de 1835 se aprobaba la supresión de todos los Institutos religiosos: se incautaron y subastaron los bienes de la Iglesia y se azuzó al pueblo para la quema de conventos y matanza de frailes.
A pesar de las dificultades que esto suponía, se entregó en cuerpo y alma a los quehaceres sacerdotales. Pero los horizontes de una parroquia no satisfacían el ansia apostólica de Claret. Decidió ir a Roma a inscribirse en Propaganda Fide, con objeto de ir a predicar el Evangelio a tierras de infieles. Era septiembre de 1839. Tenía 31 años.

Ya en Roma, Claret hizo los ejercicios espirituales con un padre jesuita; desde ese instante se sintió llamado a ingresar como novicio jesuita. Había ido a Roma para ofrecerse como misionero del mundo, pero Dios parecía no quererle ni como misionero ni tampoco jesuita: una enfermedad -un fuerte dolor en la pierna derecha- le hizo comprender que su misión estaba en España. Regresado a España, fue destinado provisionalmente a Viladrau, en la provincia de Gerona. En calidad de Regente, emprendió su ministerio con gran celo.
Pero como no había nacido para permanecer en una sola parroquia, su espíritu le empujó hacia horizontes más vastos.
En julio de 1841, cuando contaba 33 años, recibió de Roma el título de Misionero Apostólico. A partir de entonces su trabajo fue misionar; Vic iba a ser su residencia.
Siempre a pie, con un mapa de hule, un hatillo y su breviario, y a psar de las inclemencias del tiempo, se juntaba con arrieros y comerciantes y les hablaba del Reino de Dios. Y los convertía. Sus huellas quedaron grabadas en todos los caminos.
Las catedrales de Solsona, Gerona, Tarragona, Lérida, Barcelona y las iglesias de otras ciudades se abarrotaban de gente cuando hablaba.
Además de la predicación, se dedicaba a dar Ejercicios Espirituales al clero y a las religiosas.
Durante este tiempo también publicó numerosos folletos y libros. De entre ellos cabe destacar el "Camino Recto", publicado en 1843 por primera vez y que sería el libro de piedad más leído del siglo XIX. Tenía 35 años.

En 1847 fundaba junto con su amigo José Caixal, futuro obispo de Seu D´Urgel, y Antonio Palau la Librería Religiosa.
Ese mismo año fundaba la Archicofradía del Corazón de María y escribía los estatutos de La Hermandad del Santísimo e Inmaculado Corazón de María y Amantes de la Humanidad, compuesta por sacerdotes y seglares, hombres y mujeres.

El 6 de marzo de 1848 salía hacia Madrid y Cádiz camino de Canarias con el recién nombrado obispo D. Buenaventura Codina. Tenía 40 años. Misionó Telde, Agüimes, Arucas, Gáldar, Guía, Firgas, Teror... Tuvo que predicar en las plazas, sobre los tablaos, al campo libre, entre multitudes que lo acosaban.
A pesar de una pulmonía no cejó en su intenso trabajo. En Lanzarote dio misiones en Teguise y Arrecife.
Gastó 15 meses de su vida en las Canarias, y dejó atrás conversiones y prodigios, profecías y leyendas.

Poco después de su vuelta a Cataluña, el 16 de julio de 1849, en una celda del seminario de Vic fundaba la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María.

Un hecho de capital importancia puso pronto en peligro su recién fundado Instituto: era nombrado Arzobispo de Santiago de Cuba. Aceptó el cargo, después de todos los intentos de renuncia, y el día 6 de octubre de 1850 era consagrado obispo en la catedral de Vic.
En el viaje hacia La Habana aprovechó para dar una misión a bordo para todo el pasaje, oficialidad y tripulación.
Seis años gastaría Claret en la diócesis de Santiago de Cuba, trabajando incansablemente, misionando, sembrando el amor y la justicia en aquella isla en la que la discriminación racial y la injusticia social reinaban por doquier.

Tras su regreso a España, tuvo que soportar muchas pruebas por la Iglesia. A pesar de ellas, llegó a ser nombrado presidente del Monasterio de El Escorial (1859-1868), donde consiguió restaurar su maltrecho estado tras la llamada "Desamortización de Mendizábal" en 1835; fundó además una comunidad de eclesiásticos, un seminario y un colegio de segunda enseñanza.

En 1860 fue preconizado arzobispo titular de Trajanópolis.

También participó del Concilio Vaticano I (1869-1870).

A pesar de que Claret no se metió en política,​ el cónsul español en Perpiñán, anticlerical conocido, se apresuró a escribir al embajador de España en París, el radical Salustiano Olózaga y adversario del santo, pidiéndole que se capturase a Claret.
Se tuvo una reunión, presidida por el obispo Ramadié, para evitar su arresto y se decidió acompañar a Claret a la abadía cisterciense de Fontfroide, cercana a Narbona, el 6 de agosto.Allí falleció el 24 de octubre de 1870 a las 9 menos cuarto de la mañana.
Aquella noche hubo una aurora boreal en los cielos del sur de Francia.
El cuerpo fue embalsamado y enterrado en el cementerio de los monjes.​
El 13 de junio de 1897, sus restos fueron trasladados a la Casa Madre de los Misioneros Claretianos en Vic.
En 1910 se inauguró en su localidad natal un monumento en su honor.

Fue beatificado en 1934 por Pío XI, y canonizado en 1950 por Pío XII.


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