
En el día de la dedicación de la basílica bajo el título de San Miguel, en la vía Salaria, Roma, se celebran juntamente los tres arcángeles, de quienes la Sagrada Escritura revela misiones singulares y que, sirviendo a Dios día y noche, y contemplando su rostro, le glorifican sin cesar.
Son los nombres con que se presentan en la Sagrada Escritura.
MIGUEL aparece en defensa de los intereses divinos ante la rebelión de los ángeles caídos.
GABRIEL, enviado por Dios a diferentes misiones, fue el que anunció a la Virgen Maria la Encarnación del Hijo de Dios y su maternidad divina.
RAFAEL acompañó al joven Tobías cuando cumplia un difícil encargo, y se ocupó de solucionar difíciles asuntos de su esposa.
Los ángeles son seres espirituales creados por Dios por una libre decisión de su Voluntad divina. Son seres inmortales, dotados de inteligencia y voluntad. Debido a su naturaleza espiritual, no pueden ser vistos ni captados por los sentidos. En algunas ocasiones, y con la intervención de Dios, se han visto y oído materialmente. La reacción de las personas al verlos u oírlos ha sido de asombro y de respeto.
En el siglo IV, el arte religioso empezó a representar a los ángeles con forma de figura humana. En el siglo V, se le añadieron las alas, como símbolo de su rapidez en realizar la Voluntad divina y en trasladarse de un lugar a otro sin la menor dificultad.
La misión de los ángeles es amar, servir y dar gloria a Dios, ser mensajeros de Él y cuidar y ayudar a la humanidad. Ellos están constantemente en la presencia de Dios, atentos a sus órdenes, orando, adorando, vigilando, cantando y alabando a Dios y pregonando sus perfecciones.
La presencia y la acción de los ángeles aparece también a lo largo del Antiguo Testamento, donde en muchas ocasiones se les representa como seres brillantes, de aspecto humano y alados.
Aparecen frecuentemente, también, en la vida y enseñanzas de Jesucristo, en san Pablo, en los Hechos de los Apóstoles y, principalmente, en el Apocalipsis. En él son frecuentes las apariciones de ángeles que claman, tocan las trompetas, llevan mensajes o son portadores de copas e incensarios; otros que suben, bajan o vuelan; otros que están de pie en cada uno de los cuatro puntos cardinales de la tierra o junto al trono del Cordero, Cristo.
Los ángeles presentan nuestras oraciones a Dios y nos conducen a Él. Nos acompañan a lo largo de nuestra vida y nos conducirán, con toda bondad, después de nuestra muerte, hasta el trono de Dios para nuestro encuentro definitivo con Él. Este será el último servicio que nos presten pero el más importante.
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