
Desde el momento en que consideramos que puede existir un Ser Infinito, desde el momento en que sabemos que existe el mal, es inevitable pensar que puede existir un estado de mal perpetuo que excluiría de la felicidad eterna.
La cuestión acerca de la existencia de una condenación eterna no es algo que necesariamente tenga que provenir del contexto de revelaciones religiosas. Basta la mera razón natural para que la cuestión surja.
Además, que existe el infierno sobre la tierra es un hecho evidente, utilizando la palabra infierno de un modo lato.
Infiernos personales indudables son los espíritus de los hombres que viven carcomidos por el odio y la agresividad. La cuestión es si este estado de infierno personal puede prolongarse de un modo indefinido o necesariamente en todos tiene un final.
Se mire como se mire, la condenación eterna sería la consecuencia lógica de dos factores simultáneos: 1. La comisión de pecados muy graves, 2. La libertad manteniendo un estado de no-arrepentimiento de tales acciones.
Si estos dos factores se dan simultáneamente, cualquier mente humana puede comprender que, con independencia de toda religión, la exclusión de la bienaventuranza sería una consecuencia lógica.
La alternativa a esta condenación sería la de un Dios que crea la libertad, pero destruye la libertad cuando no sale lo que El quiere.
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