Infierno es “lo que está debajo”. Con razón se dice en el Credo que Jesús descendió “a los infiernos” y no “al infierno”, pues los infiernos a los que descendió Jesús fueron las moradas que estaban debajo del cielo. ¿Qué moradas son éstas? Son las siguientes:

 

-el seno de Abraham, donde estaban las almas de los justos purificados de pena temporal, pero sin ver la esencia de Dios todavía. Esta morada ya no existe

-el purgatorio, donde estaban las almas de los que se purificaban de su reato de culpa

-el limbo de las almas perdidas donde estaban los que habían muerto alejándose de la Luz, pero sin rechazar a Dios

-el infierno de los condenados, donde están los réprobos por toda la eternidad

 

         Alguien podría preguntarse si el alma de Jesús descendió también al infierno de los condenados. La respuesta queda clara si entendemos que estas moradas de ultratumba no son lugares físicos, sino estados. Es decir, Jesús anuncia a los difuntos, a todos los difuntos, la Redención. Él no hace distinciones, ama a todos y habla a todos los que murieron. Lo que sucede es que los que han rechazado a Dios se alejan de Él, no quieren escucharle. Pero lo mismo que la predicación de la Buena Nueva aquí en la tierra se ofreció a todos los que quisieron escucharle, así también la proclamación de la Redención en el más allá es universal, aunque los que tomaron una decisión definitiva de rechazo contra Dios, sin duda, se alejaron.


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