Sí que lo hay y muy grande. Es un ministerio que si se practica de forma habitual se ejerce en medio de la admiración generalizada, del agradecimiento más profundo por parte de los liberados y de la visión manifiesta del poder del Altísimo a través de los ritos. Por otro lado, el ejercicio continuado de este ministerio da un conocimiento del demonio muy especializado, muy profundo, que no se puede aprender en ningún libro, ni escuela, más que en la escuela de la lucha directa con el demonio.

         Para compensar esto, Dios suele permitir que el ejercicio habitual de este poder vaya acompañado de la incomprensión de muchos ordenados in sacris. Y así el exorcista tendrá que trabajar toda su vida en el justo medio entre dos puntos: entre la admiración y el agradecimiento más profundo de unos, y el desprecio y la persecución más agria por parte de otros.

         Cada exorcista tiene a muchos sacerdotes que le consideran un loco, un iluminado, un visionario, un peligro para la fama e imagen de la Iglesia. Y desgraciadamente no conozco a ningún exorcista que no haya tenido que padecer durante un tiempo de su vida (a veces años) el empeño de grupos de sacerdotes empeñados en hablar con quien sea, en mover todos los hilos que haga falta, para detener ese “escándalo”. Además, los que te atacan lo hacen “por el bien de la Iglesia”.

         Y no se piense el que sea nombrado para ejercer esta misión que esa persecución durará sólo un tiempo hasta que vean los frutos y la sensatez con que actúa. No importa la sensatez con que se ejerza. La persecución vendrá movida por Satanás sin necesidad de causa alguna.

Quiero insistir en que la burla e, incluso, la persecución de los exorcistas, no es algo que sucede alguna vez, sino en cada uno de los nombrados para esta función. Dios quiere que este ministerio se ejerza siempre desde la cruz[1]. Si uno no está dispuesto a sobrellevar esa carga, que no tome sobre sí este ministerio.

 

[1] Esto es así incluso en los grandes exorcistas más reconocidos por todos. Si alguno piensa que, por ejemplo, el exorcista de Roma, el padre Gabriele Amorth, por el hecho de ser el exorcista de la diócesis del Santo Padre, está a salvo de esta persecución está equivocado. No hay excepciones. Los santos exorcistas fueron admirados por todos sólo después de muertos, en vida por todos no. Un exorcista será perseguido tanto por los enemigos de la fe, como por sus hermanos sacerdotes. Y más cosas podría decir sobre esta persecución que me callo.

Pero también quiero dejar claro que por más que algunos persigan, bramen y aúllen, y se muevan poderosas fuerzas jerárquicas para detener la acción del hombre de Dios, al final el Altísimo hace que todo se quede en mero ruido y sufrimiento del exorcista. El exorcista sufre, pero el ministerio continúa año tras año.

Además, una vez que se abre en una diócesis la puerta a este ministerio ya continúa hasta la muerte del exorcista. En este ministerio, una vez que se abre la puerta, ya no se cierra.

Una vez que muera el anciano exorcista, el que sigue ve las cosas de otra manera, ya no tiene tanto tiempo, tiene más ocupaciones, etc, etc. Hay que aceptar que las cosas son así


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