
Sí, Dios también está en el infierno: en su centro en sus límites, en todos sus intersticios y en sus más profundos, terribles y oscuros abismo. Aunque no nos olvidemos que el infierno es, ante todo, un estado. No hay ningún lugar, ningún ser, donde no esté Dios. El Creado Conocedor de todas las cosas está en lo más profundo de cada alma condenada. Todo es conocido por Él desde toda la eternidad, todo es mantenido en el ser por Él. Los demonios no se libran de la presencia de Dios ni en el infierno. Por más que un demonio quiera alejarse de Dios, siempre estará condenado a estar en Dios.
El Todopoderoso está en el infierno considerado éste tanto como lugar (donde estén los cuerpos de los resucitados destinados a la reprobación) como estado. Es decir, también es testigo de los pensamientos de cada uno de los eternamente malditos.
Pero aunque Dios esté en el infierno, como en todas partes, los demonios no lo sienten, al contrario, se sienten totalmente alejados de Él. Y Dios les deja en esa sensación para no atormentarlos. Sin embargo, aunque los demonios no quieran pensar en ello y traten de olvidarlo, no hay ningún lugar, ningún ser, que pueda estar fuera del alcance de Dios: ni de su visión, ni de su poder.
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